Alimentos: producción y consumo

MARCHE UNA MIXTA AL CLORPIRIFOS!
Otra campaña de BIOS que desnuda una preocupante realidad.

          Hemos adquirido los ingredientes de varias ensaladas idénticas en verdulerías diferentes de la ciudad de Mar del Plata, desde las más pequeñas hasta las más grandes, inclusive en una cadena de supermercados local. Cada compra estaba compuesta por la variedad de vegetales presentes en una ensalada. Cada ensalada fue analizada uniendo los ingredientes en una masa única. Esto hace que algún agrotóxico haya podido quedar diluido en la mezcla, y su detección se presente disminuida por debajo del límite de detección del equipo analítico, que es 0,005mg/kg, pero no significa en modo alguno que no haya otras varias presencias en este cóctel. Los resultados, los ponemos en la mesa:

https://drive.google.com/file/d/1lg2sUpMVAY7Lk-4LrRnVA7vUbdphYJ1H/view

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EL PLATO FUMIGADO

"El panorama que nos presentan los datos entregados por el SENASA, sobre los agrotóxicos en frutas, hortalizas, verduras, cereales y oleaginosas, obliga a actuar. Tal como lo venimos haciendo desde nuestro lugar de praxis judicial, se realizaran en la próximas semanas, acciones judiciales en la esfera civil y penal. Unas apuntaran a obtener decisiones judiciales que determinen suspensiones de uso de los agrotóxicos en los alimentos. Por otro lado, se concretará una denuncia penal para que se efectúe una investigación profunda sobre las responsabilidades de los funcionarios públicos y de los empresarios del sector agro biotecnológico, en el marco de la ley 24.051, por omisión de los deberes de funcionarios públicos y el ocultamiento de información sobre los verdaderos efectos de los agrotóxicos, respectivamente. "


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Imágenes integradas 1





El Daño Alimentario del Agronegocio en la Argentina - Alimentos envenenados con agrotóxicos. 2018.



En el mes de Abril de 2017, Naturaleza de Derechos, accedió a los controles sobre frutas, verduras y hortalizas realizados por el SENASA, Servicio Nacional de Sanidad Vegetal y Calidad Agroalimentaria, entre los años 2011 y 2016.

Tal como se informó en su momento, los resultados de los controles indican la situación de riesgo de daño alimentario en la que se encuentra la argentina, por la altísima presencia de agrotóxicos en casi todos los productos alimenticios de consumo directo, o de materias primas esenciales, como el maíz, trigo y girasol.
Estamos hablando de residuos químicos que son incorporados diariamente al organismo humano, sobre los cuales la ciencia digna e independiente ha señalado que una exposición crónica a los mismos, representa una situación de riesgo grave para la salud humana, dado que en razón de evidencias claras, han sido caracterizados y hasta determinados, sin objeciones científicas y/o académicas, como agentes cancerígenos, disruptores endócrinos, genotóxicos, mutagénicos Y teratogénicos.
Casi la totalidad del sistema agroalimentario argentino, está sometido al modelo productivo impuesto por el Agronegocio, con la aquiescencia del poder político. La agro industrialización a través de la incorporación de semillas modificadas genéticamente y el uso masivo de agrotóxicos, tanto para los cultivos extensivos como los intensivos, no está sujeto a una regulación legislativa en la Argentina.
Efectivamente, en la Argentina, no hay una ley nacional que regule el proceso de registros, autorización y usos de los agrotóxicos,  ya sea para su doméstico, línea jardín o en el sistema agroalimentario. Tampoco hay una ley sobre bioseguridad y Organismos Vegetales Genéticamente Modificados (OVGM).  
El acceso a los datos de los controles realizados por el SENASA sobre las frutas, verduras y hortalizas en los mercados de abasto (Central, de La Plata y General Pueyrredón), ha sido una bisagra en el camino por una agricultura libre de agrótoxicos.
Pues se trata de información que confirma todas las sospechas sobre la seguridad de los alimentos de consumo directo sometidos al uso de agrotóxicos. Los resultados son elocuentes, un primer análisis ligero de los números de los controles , nos indica que más del 63 % de las frutas, verduras y hortalizas que consumen más de 20 millones de personas en la Argentina tiene al menos un residuo de agrotóxico.
Un segundo análisis, más profundo, detallado y desclasificado (que hemos realizado en estos meses y que estamos presentando), nos advierte que estamos ante una situación de emergencia de inocuidad y seguridad alimentaria en la Argentina. Sin eufemismos denunciamos que toda la población está expuesta a un  Daño Alimentario.
Los números son fríos, pero con la información previa son determinantes.
En el caso de los alimentos contaminados con agrotóxicos en la Argentina, además son alarmantes.
Según los propios datos del SENASA enviados a Naturaleza de Derechos sobre los controles de presencia de agrotóxicos en 38 alimentos, en el período 2011-16, se detectaron 65 principios activos de dichas sustancias.
Si se realiza una clasificación por los efectos en la salud de cada agrotóxico hallado, surge que del grupo compuesto por 38 alimentos analizados, en el 97 % de los productos alimenticios, se detectaron agrotóxicos considerados disruptores endocrinosen el 92 %, agrotóxicos cuyo mecanismo de acción es la inhibición de las colinesterasasen el 87 %, agrotóxicos con capacidad cancerígena, y en el 84 %, agrotóxicos con efectos teratogénicos.
No estamos ebrios, ni somos fundamentalistas. El Estado y el Agronegocio nos envena.

Te presentamos el informe El Daño Alimentario del Agronegocio en la Argentina - Alimentos envenenados con agrotóxicos.

Descarga del informe en PDF.

Acceso on line.
Vademecúm Alimentario Toxicológico Argentino (VATOXA)

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Agricultura tóxica y pueblos fumigados en Argentina

Informe científico completo en:

Medardo Ávila–Vazquez 
Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud de Argentina. Médicos de Pueblos Fumigados. Docente de la Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Córdoba. Universidad y salud / 

 Resumen 

Hace 18 años se instauró en Argentina un sistema de producción agraria cimentada en el uso de semillas transgénicas y aplicación masiva de agrotóxicos o plaguicidas. Desde entonces los vecinos de los pueblos fumigados protestan porque se ven afectados en su salud y los médicos de esos pueblos corroboran un cambio del patrón de enfermedad y de muerte en estas comunidades. Trastornos endócrinos e inmunológicos, neumopatías crónicas, abortos espontáneos en mujeres sanas, malformaciones congénitas y cáncer son las enfermedades que se reiteran en poblaciones expuestas a dosis crecientes de agrotóxicos. Estudios epidemiológicos e investigaciones de laboratorios confirman el vínculo entre pesticidas, como glifosato, y daños en la salud. A pesar de las protestas y denuncias, aumenta el consumo de agrotóxicos y las empresas biotecnológicas preparan nuevas semillas que auguran un futuro cercano de mayor toxicidad y contaminación, lo cual pone en peligro la salud colectiva. Palabras clave • plaguicidas • salud colectiva • cáncer • glifosato • semillas transgénicas 

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Las mentiras que nos envenenan

La Nación, el 8 de diciembre de 2017, publicó la nota “¿Un mundo sin agroquímicos?” (http://www.lanacion.com.ar/2070279-un-mundo-sin-agroquimicos). El título parece invitar a un análisis profundo sobre el  tema más vital y controvertido de hoy,  pero nos lleva por un mar de juicios infundados, falta de lógica y execrable ética.

 El encabezamiento ya nos enrostra una declaración totalmente improbable: “sin estos productos habría mucho más hambre del que hoy existe”. Suena a verdad indiscutible porque a nivel de parcela se produce más usando tóxicos que sin ellos, pero eso no se puede extrapolar a nivel macro. La agricultura moderna destruye a la producción campesina, que es la que abastece a los más pobres, mientras produce  forraje y commodities  para la industria. El 50 % de la producción en este modelo se pierde como desperdicio; y el resto, si bien equivale a un 20 % más de lo que se necesita para alimentar al mundo, no puede ser pagado los hambrientos.  La agricultura ecológica con comercio justo sí puede alimentar al planeta entero porque aprovecha mejor tanto el recurso humano como los demás: agua, suelo, capital. Lo fundan muchos artículos científicos; un ejemplo: MODELOS ECOLÓGICOS Y RESILIENTES DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA PARA EL SIGLO XXI, -Department of Environmental Science, Policy and Management, University of California (http://revistas.um.es/agroecologia/article/viewFile/160641/140511). En esta línea, Naciones Unidas recientemente desmintió que los agroquímicos tóxicos sean necesarios para producir alimentos, los responsabilizó por la muerte de al menos 200 mil personas al año, denunció el lobby empresario y confirmó el impacto de los agroquímicos en la salud y el ambiente.

Otro juicio de base del artículo es llamar “judicialización de conflictos por toxicidad” al aumento de causas penales y civiles. El fundamento  es que en Estados Unidos hay cientos de casos por año y en Argentina miles: no toma en cuenta que los casos de toxicidad son mucho más graves y  numerosos  en los países en que hay reglas más laxas y peores controles. El 63 % de las frutas, verduras y hortalizas que se consumen en Buenos Aires y La Plata (donde viven 20 millones de personas) contiene agroquímicos tóxicos, según información del SENASA, -extraída bajo la presión de un amparo judicial interpuesto por “Naturaleza de Derechos”-.  El envenenamiento de las zonas rurales es mucho mayor en Latino-América que en América del Norte, así como el de los alimentos. http://www.biodiversidadla.org/Portada_Principal/Documentos/Argentina_Agrotoxicos_en_la_mesa

Atreviéndose más todavía, argumenta que  es equiparable la contaminación ambiental causada por motores y artefactos domésticos con la de los biocidas, sin mencionar estadísticas porque todas lo desmentirían. El tema no es trivial. La Red Universitaria de Ambiente y Salud solicitó la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos adjuntando informes y pruebas contundentes de daño grave e irreparable a la salud humana, del que se derivan consecuencias sanitarias como el aumento considerable de enfermedades graves: cáncer, leucemia, malformaciones, abortos espontáneos, lupus, etc, que los médicos de distintas localidades y provincias del país vienen denunciando desde hace años. Incrementos de más de 300 % para algunas de estas enfermedades en pocos años, coincidentes con la llamada “sojización”. (http://renace.net/?p=5676)

Luego predice  que sin agroquímicos tóxicos quedaríamos afuera de la “modernidad”. No explica el concepto de modernidad pero nos deja un miedo crucial: o nos dejamos envenenar o vivimos en cavernas. Aquí es donde más claramente choca contra las evidencias de explotaciones extensivas que logran excelentes rendimientos sustituyendo biocidas por buen manejo de suelos, control biológico de plagas y otras técnicas -algunas tradicionales, otras, más modernas que el sistema contaminante-. (http://www.huerquen.com.ar/Nota.php)

El artículo niega toda la información científica sobre los daños que producen, tanto los transgénicos, como los insecticidas y otros tóxicos que ingerimos; también ignora los estudios sobre deriva de nube tóxica y afirma -sin ninguna justificación- que 1000 metros de distancia de restricción para cascos urbanos es “exagerada”. La realidad es que encontraron en la Antártida insecticidas aplicados en la zona pampeana, y en Islandia sustancias tóxicas aplicadas en viñas francesas. Un líquido pulverizado en el aire viaja mucho más lejos de lo que se creía hace pocos años.

Cuando se refiere al componente social del drama, es en tono de burla. Escribe que los pobladores reaccionan “como si la magnitud de las siembras o la especificidad de lo que se cultiva predispusiera a la violación de la ley”.  Este juicio oculta un hecho muy probable: la monocultura y las siembras gigantescas son el negocio que se acabaría sin biocidas. La agronomía verdadera, la que no envenena el alimento que produce, es inmanejable para  pools de siembra pero más económica y rentable para pequeños y medianos productores; requiere mejor atención de suelos agua y cultivos, por lo que genera empleo e igualdad, además de ser saludable y sustentable.


El autor, al fin de tanto esfuerzo persuasivo, nos llama al diálogo civilizado (tal el fin de estas líneas); a apelar a criterios lógicos (apelo, ruego, suplico); y a la “certeza científica”, cuestión muy discutida.

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Hacia un nuevo modelo de 


producción de alimentos




Recomiendo escuchar las palabras de Urribarri como presentador en nombre de la Cámara de Diputados y quedarse a escuchar atentamente a Cerda que da cátedra de vida en el primer ciclo de la legislatura entrerriana que se dio ayer lunes 26 de febrero. Abrazos. 

Eduardo Rossi


https://www.youtube.com/watch?v=HSnmqItL8As

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Conferencia de Eduardo cerdá en Tecnópolis

El trabajo de Eduardo Cerdá, Ingeniero Agrónomo y Especialista en Agroecología Extensiva, es tan extenso y de un calado tan profundo que sería difícil enumerar cada uno de los emprendimientos, campos, granjas, chacras, huertas y municipios con los que ha trabajado y a los que ha asesorado. 

En su exposición sin embargo nos contó con tal sencillez y claridad que todo parece muy fácil escuchándole hablar. 
Parece muy fácil convertir un campo con un modelo intensivo en un campo agroecológico y parece muy fácil, además, mejorar notablemente su productividad. ¿Será porque efectivamente no es tan dificil como nos quieren hacer creer? 
Uno de los ejemplos más llamativos del trabajo de Eduardo ha sido la La chacra La Aurora (Juan Kiehr), de 650 hectáreas y premiada por la Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO) como una de las 52 experiencias mundiales de explotación con agroecología. No utilizan agrotóxicos y su rendimiento económico es muy superior al de los campos transgénicos. Las cifras que nos planteó Eduardo en cuanto a productividad, efectivamente, hablaban por sí solas. El agroecológico es un modelo que funciona y muy bien.
Nos contó también de sus charlas, sus capacitaciones y de como asesora diferentes municipios a lo largo de todo el país. 
Y también de como se fundó Renama, una Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología. ¿Quieres saber más?https://www.facebook.com/pg/renamanet/about/

Ver:
https://www.facebook.com/artenlacocina/videos/699251623593975/c_ref=ARSmxlZup3XSJH4rQhZaDFPmcqQXd-DOjMTLyZcO_cVKa2K6i1Y6Xm13aUFb8kPW_ls




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Fuente:  http://www.perfil.com/sociedad/Varios-estudios-detectaron-restos-toxicos-de-plaguicidas-en-alimentos-de-gran-consumo-20061027-0037.html

Jueves 28 de julio de 2016 | 12:18

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Fuente: http://www.huerquen.com.ar/Nota.php

“Está demostrado que desde una chacra hasta un campo grande, se puede producir en forma agroecológica y rentable”

 Conversamos con Gabriel Arisnabarreta. Ingeniero Agrónomo, docente y productor agroecológico, integrante del grupo ECOS de Saladillo. Debatir el agronegocio implica ir mucho más allá de nombrar trasnacionales, decir “fuera!”, y (lamentablemente) contar muertxs. La tragedia cotidiana que se repite en tantos territorios hunde sus raíces transgénicas en formas de ver(nos en) el mundo que impactan mucho más allá de las áreas rurales. La quimera de creer que el agronegocio es “sustentable” y “sostenible en el tiempo” no puede disociarse de la “fe tecno-científica” y el pensamiento único que irradia desde los centros de poder mundial hacia nuestros pueblos; a veces de forma brutal, pero otras de modos sutiles que, como susurros, activan sentidos añejos y potentes de pensar(nos). El “Progreso” que ofrece el agronegocio ha sabido instalarse casi como un sentido común: lo que queda afuera es “locura”, “atraso”, “ambientalismo infantil”, o en forma creciente “terrorismo”. Como algunxs han señalado con claridad, no se trata sólo de una forma de producir commodities: quienes lo sostienen, traen también un proyecto de sociedad. ¿Y nosotrxs? En los años que lleva esta lucha, cuántas veces nos plantearon “¿y ustedes qué proponen?” ...y quizá, atados al mástil de denunciar el saqueo y defender la vida, trastabillamos, todavía insegurxs sobre qué proponer(nos) “a nivel macro”. Del fondo de nuestras historias colectivas empezaron a hacerse visibles los proyectos alternativos y las experiencias concretas: Soberanía Alimentaria, Buen Vivir, Agroecología... El 8vo. Encuentro de Pueblos Fumigados en San Andrés de Giles cobijó el 1ro de Agroecología: comisión superpoblada, donde la diversidad de aristas que afloraron desbordó el debate. En la marcha de cierre se palpaba la alegría del salto: poder decir bien fuerte “hay alternativa: AGROECOLOGÍA!”. En medio de todo nos hicimos un tiempito para charlar con Gabriel Arisnabarreta, ingeniero agrónomo, docente y productor agroecológico; integrante de ECOS de Saladillo.


Huerquen: ¿Por qué hablamos de pueblos fumigados?
Gabriel Arisnabarreta: Hablamos de pueblos fumigados por la enorme cantidad de agrotóxicos que utiliza el agronegocio y que llega a los pueblos. En los pueblos que viven en las inmediaciones de los cultivos es evidente (además así lo indican los estudios y los trabajos que hacen distintos científicos) que reciban toda esa lluvia de agrotóxicos ya sea por el aire o por el agua, de forma directa o indirecta. Pero también lo recibe lamentablemente la gente a través de consumir todos esos OCNIS como dice Miryam Gorban, los Objetos Comestibles No Identificados, producidos con una gran cantidad de agrotóxicos, y de alguna manera van incorporando en su cuerpo cantidades crecientes de esos químicos. Así que los pueblos fumigados en realidad yo diría que es casi un país fumigado entero, porque todos recibimos las consecuencias de las fumigaciones Hqn: Desde el punto de vista de la producción de alimentos, ¿Qué consecuencias tiene la actual forma de producción de alimentos para la salud de la población? G.A: Creo que ya casi no tiene discusión los efectos gravísimos que está provocando el agronegocio con una lluvia de agrotóxicos que supera los 350 millones de litros por año solo en nuestro país. Antes, cuando esto recién empezó, se reclamaban informes médicos y científicos. Hoy ya son abundantes y es muy fácil encontrar en forma permanente (y se suman todos los días) los muy severos daños que está causando esta lluvia de químicos sobre la salud de la población, sobre todos sobre los más chicos por ser más pequeños. Pero no sólo sobre los seres humanos sino sobre el lugar donde vivimos y sobre todo el resto de los seres vivos que viven en el ambiente, la pérdida de biodiversidad, lo que está pasando en el agua con los peces, las aves, etc. Creo que ya a esta altura los daños son más que evidentes. Hqn: ¿Cómo es la situación en Saladillo? G.A: En Saladillo, en el centro de la provincia de Bs.As., ocurrió algo parecido a otras partes del país. Saladillo es una zona que pertenece a la depresión del Salado, o sea, tiende a ser una zona baja donde la producción principal era la cría vacuna a campo. Saladillo en particular se caracterizaba por estar muy subdividida, había mucho chacarero. Hoy eso ha desaparecido a partir del 96 y sobre todo a inicios del 2000, cuando llego la soja, llegó el paquete tecnológico con el glifosato, con la lluvia de agrotóxicos, con los transgénicos. Eso ocasionó un montón de cambios porque en una zona típica de cría de animales pasamos a ser una zona que producía soja, pasamos a hacer agricultura permanente cuando era una zona donde se rotaba agricultura con ganadería. Los chacareros se fueron del campo y se lo alquilaron a los pool de siembra, aparecieron plantas de biocombustible y apareció algo terrible para nosotros, que hemos trabajado mucho ese tema, que  es que se dejó de criar los animales a pasto y aparecieron los engordes a corral en los feedlots. Saldillo en un momento fue tapa de diario diciendo “Saladillo. Capital del feedlot”, o sea que los cambios fueron sociales, económicos, y obviamente de producción también. Todo eso llegó a Saladillo y nosotros en el año 2004 nos formamos como grupo cuando la gente empezaba a reaccionar. Hqn: ¿Cómo es hacer estas discusiones en los pueblos donde los que fumigan y los que están contra las fumigaciones somos vecinos o parientes?, ¿Cómo es la dinámica de estos debates en los pueblos fumigados? G.A: Es una situación muy difícil. Incluso hay problemas entre productores que fumigan ambos, pero uno se ve afectado porque supuestamente el otro hizo mal las cosas, eso es muy común. Ahora por ejemplo venimos de Saladillo y sucedió eso: una persona tenía un maíz que no era transgénico, enfrente fumigaron una soja transgénica con avión con glifosato y le quemaron todo el maíz. Los dos usaban químicos pero ahí el que le quemaron el maíz reaccionó en forma muy contundente con acciones legales. Encima eran parientes, vecinos y terminaron a los insultos, a las trompadas, “no te quiero ver más, no aparezcas más por mi casa”. La fumigación llegó incluso al parque donde vive y entonces afecto plantas, no cultivos, plantas que había plantado su abuelo, entonces “como vas a hacer esto con la planta que puso mi abuelo, que la puso tal día”. Estas cuestiones de pueblo son muy muy comunes, y es un tema realmente muy difícil de resolver. Sucede también con las cooperadoras de las escuelas, donde muchas veces son fumigadas pero el presidente de la cooperadora es el que fumigó. Entonces la Directora no sabe qué hacer. O por ahí aportan o ayudan con plata. Cuanto más chico es el pueblo a veces es peor porque obviamente no existe el anonimato, todo el mundo se conoce de alguna manera. Es un tema difícil, muy muy difícil y son situaciones que se dan todos los días.

Hqn: ¿Qué es la agroecología?
G.A: La agroecología para nosotros es una forma de vida. Podría decirte también que es una forma de pensar y de sentir pero básicamente es una forma de vida dentro de la cual por supuesto que hay varias dimensiones, una es la forma en que se produce. Igual yo no diría nunca que agroecología es nada más que producir sin agrotóxicos. Creo que también tiene una parte social, una cultural, por supuesto una parte ambiental, política y todo se tiene que dar al mismo tiempo para poder hacer agroecología. Por eso decimos que es complejo como la vida.

Pensándolo desde la rentabilidad, ¿Cómo compararías ambas formas de producir ? 
G.A: Es difícil comparar la rentabilidad del agronegocio con la agroecología porque estamos hablando de dos cosas absolutamente distintas. El agronegocio a nuestro entender no produce alimentos, produce commodities que es una cosa muy distinta a un alimento. Y por otro lado, en las cuentas que nos enseñaron a hacer, incluso a mí en la facultad, y que yo cometo el error de enseñárselo a los chicos, no se tienen en cuenta un montón de cosas como por ejemplo los pasivos ambientales. Todos los daños que está provocando el agronegocio en la salud y en el ambiente. Eso no aparece cuando se calcula el “margen bruto” de cuánto da una hectárea de soja. Entonces es como que la agroecología compite en forma despareja porque está produciendo alimentos, no quiere contaminar, asume que no hay que dañar el ambiente, asume que no hay que dañar a la población, aún con todas la de perder y sin el apoyo del Estado, y de las publicidades (como si lo tiene el agronegocio) aun así hoy está lleno de experiencias agroecológicas aún haciendo las cuentas como las hace el agronegocio, la rentabilidad es igual o mayor que la del agronegocio. Hqn: Si le tuvieras que decir a un pequeño productor que hace soja o maíz, que tal vez está acogotado porque tiene una enorme cantidad de capital que invertir constantemente, ¿Qué le plantearías para que considere la posibilidad de una transición a la agroecología? G.A: Le diría que reflexione si él le daría de comer eso a sus propios hijos o a sus amigos, o si buscaría un alimento que realmente fuera sano. Le diría que reflexione un poco en cuanto a la historia y que piense cuantos pequeños productores dejaron de existir en la Argentina y en el mundo en general a costa del agronegocio. Le diría que piense si el agronegocio diseñado por las grandes empresas, está pensado para los pequeños productores. Ese pequeño productor acogotado se da cuenta que no, que no está pensado para los pequeños productores, sino que está pensado para las grandes empresas que siembran en distintas partes del país y diversifican los riesgos en distintas partes del mundo. Pero básicamente que reflexione para que está en el planeta tierra. Realmente, esto parece un sueño pero le preguntaría para que está, si solamente para hacer unos pesos o producir alimentos sanos y vivir de eso. Porque esto no hay que olvidarlo, la agroecología necesita a la familia radicada en el campo y que reflexione en torno a eso. Nosotros desde Ecos y creo que todas las asambleas saben que el agronegocio jamás fue pensado para el pequeño productor.

Hqn: Uno de los latiguillos del agronegocio es que necesitamos de los transgénicos para producir los alimentos que vamos a consumir y desde ahí te dicen que está muy bien la agroecología para la huertita del fondo de tu casa pero para lo que necesitamos de producción alimenticia no es viable. ¿Podemos pensar en miles y miles de hectáreas producidas desde esta perspectiva?
G.A: A nosotros nos parece que cuando se habla del hambre en el mundo, que es uno de los latiguillos del agronegocio y que según ellos hace que sea imposible evitar el uso de agrotóxicos y de transgénicos, partimos de algo que no es cierto: el agronegocio jamás se preocupa del hambre en el mundo. De hecho en los últimos años se da que ha aumentado un 800% el uso de agrotóxicos y hay más de mil millones de hambrientos, es decir que el agronegocio no ha terminado con el hambre. No tiene como propuesta reducir el hambre. Hay un montón de otras cuestiones. Como dije antes en realidad el agronegocio no produce alimentos sino commodities, esos commodities cotizan en mercados que son absolutamente especulativos que nada tienen que ver con el hambre en el mundo, sino con capitales que entran y salen según la conveniencia económica. Cuando el número le da mejor para usar la tierra y producir combustibles (los llamados biocombustibles) el agronegocio hace biocombustibles y se olvida del hambre en el mundo. Así que, creo que los que estamos en la agroecología y en hacer una propuesta distinta tenemos que ser muy firmes y decir que el agronegocio jamás se preocupó por el hambre. De hecho hay cada vez más hambre. Además, a veces nosotros mismos cometemos el error de decir que la agroecología produce alimentos sanos, no existe otra forma de producir un alimento, sino, no es un alimento. Es decir, algo que enferma no puede ser considerado un alimento. Algo que se está produciendo de una forma que daña al ambiente, que no es sustentable, que nos deja cada vez con menos biodiversidad, o que contamina el agua y el aire y que aparecen residuos en cada cosa que uno consume, jamás puede ser considerado un alimento. Y eso es lo que hace el agronegocio. Ahora acaba de aparecer un informe de la UADE donde dice que lo que vamos a comprar a los supermercados ni siquiera es lo que dice la etiqueta (porque uno lee la etiqueta y no sabe lo que está comiendo). Pero ni siquiera eso: dulce de membrillo que está hecho con polvo de ladrillo, quesos que nos son quesos, etc. Realmente se ha llegado a un nivel donde es muy fácil decir que el agronegocio no produce alimentos.

¿Y este tema de la discusión de la huertita? 
G.A: La discusión de la huertita es algo que siempre apareció, incluso yo que ya tengo unos años, cuando estudiaba en la Facultad de Agronomía lo primero que apareció fue la “huerta orgánica” (en ese momento no se hablaba de “agroecología” sino de “orgánico”), y siempre apareció la huerta porque es como que en Argentina no se le da importancia a los pedazos chicos de tierra, entonces dicen “bueno que hagan agroecología, que hagan orgánico en una huerta y nosotros seguimos con el paquete”. Hoy que ya han pasado muchos años y ya se ven los daños que provoca el agronegocio, y que tampoco le cierran los números sobre todo a los pequeños o medianos productores, hay experiencias en todos los niveles, desde pequeñas extensiones donde obviamente se hacen producciones distintas a las medianas o grandes extensiones. Por ejemplo nosotros que trabajamos en una chacra de 14 hectáreas con derivados lácteos donde nosotros podemos vivir de eso. Pero también conocemos el caso de Naturaleza Viva que son 200 hectáreas donde producen todo tipo de alimentos, donde viven 15 familias y es absolutamente rentable. Y también conocemos otros casos como La Aurora en Benito Juárez que son 600 hectáreas y hacen producción de carne y de trigo, donde también es rentable, más que lo que hace el agronegocio. Conozco y somos muy amigos de productores de Tandil como Damián Colucci por ejemplo que produce harina de trigo integral en un campo de 60 hectáreas, algo intermedio, no es la chacra de 14, no es el campo de 600 y también es más rentable. Es decir, hoy ese latiguillo que lo agroecológico es solamente para la pequeña extensión tampoco es real, es falsa. Lo que pasa que el agronegocio de última te cede eso, te dice “Uds. hagan verdura en este pequeño espacio” porque nunca le dieron importancia a ese tema porque ellos ven las cosas a lo grande, las grandes extensiones, todo tiene que ser grande, monstruoso, entonces nunca le dieron importancia al tema huerta y te tiran el pequeño espacio, la huerta. Pero hoy está demostrado que en todas las dimensiones, desde una chacra hasta un campo grande, se puede producir en forma agroecológica y en forma rentable.

San Andrés de Giles 19 de agosto de 2017
www.huerquen.com.ar











Varios estudios detectaron restos tóxicos de plaguicidas en alimentos de gran consumo













Millones de argentinos consumen diariamente cereales, frutas, verduras y hortalizas que, en su mayoría, no atraviesan control alguno. O que estarían prohibidos en Europa y EE.UU., por superar los límites permitidos de agrotóxicosPERFIL presenta recientes informes de universidades nacionales que alertan sobre la presencia de venenos invisibles, y que matan. El Estado ausente, otra vez. 




















VENENO INVISIBLE. Residuos tóxicos de herbicidas, insecticidas y acaricidas fueron hallados en alimentos naturales de consumo masivo en todo el país.
VENENO INVISIBLE. Residuos tóxicos de herbicidas, insecticidas y acaricidas fueron hallados en alimentos naturales de consumo masivo en todo el país. | Foto: Cedoc

“Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago". Cuando Cervantes dibujó en la boca de su estrecho don Quijote el consejo para Sancho, allá por el 1600, las preocupaciones asociadas a la comida eran bastante más sencillas que ahora: el goloso temía engordar; el hambriento, perecer.

Pero hoy cada alimento parece esconder un enemigo agazapado. Mientras los padres huyen de la traicionera Escherichia coli y los vegetarianos buscan “sustitutos” de la carne, los científicos se ocupan cada vez más de los residuos de plaguicidas presentes en lácteos, granos, frutas y verduras: un mal bocado que inquieta a los grandes importadores, como la Unión Europea, Rusia y los Estados Unidos, pero parece no indigestar a las autoridades locales.

En mayo, la Cámara de Diputados santafesina elevó al Ejecutivo provincial un pedido de informes sobre la presencia de plaguicidas y otros residuos peligrosos en leche materna y en productos lácteos industriales como leche, yogur y postres destinados sobre todo a los más chicos. La solicitud se basa en estudios realizados por investigadores del Laboratorio del Medio Ambiente de la Universidad Nacional del Litoral, coordinado por la doctora en Química Argelia Lenardón, sobre muestras obtenidas en el Hospital de Niños de Santa Fe y un hospital zonal del norte de la ciudad.

En el 86 por ciento de esas muestras se halló al menos un plaguicida de alta toxicidad –algunos prohibidos– como heptacloro, aldrin, clordano, dieldrin, endrin y DDT. Según los expertos, los plaguicidas viven decenas de años en la tierra y se trasladan muchas veces con los vientos o son comidos por las vacas junto con el pasto, y así entran a la cadena alimentaria hasta llegar a la leche que se consume en los hogares.

Gusto amargoMalezas, insectos, ácaros, gusanos, caracoles y hongos son algunos de los blancos preferidos de los plaguicidas, venenos con apellido (también se los llama “fitosanitarios” o “agrotóxicos”) que cuentan con ejércitos de defensores agropecuarios que invocan el uso y la dosificación responsables de las sustancias y el“período de carencia”. Esto último se refiere al tiempo que, en teoría, debe transcurrir entre la fumigación y la cosecha para que el consumo del producto no sea tóxico.

El problema es que estas buenas prácticas agrícolas no siempre se cumplen. “En algunos productores rurales hay un gran desconocimiento de la normativa vigente y de los plaguicidas adecuados para cada hortaliza o fruta”, explica la ingeniera agrónoma María Gabriela Sánchez, jefa del Departamento de Aseguramiento de la Calidad del Mercado Central de Buenos Aires. Y asegura: “También falta crear conciencia sobre los daños que puede causar en el medio ambiente, al acumularse en suelos y aguas, y sus efectos adversos en el ser humano, ya que muchos son cancerígenos”.

Otros apuntan a la acelerada expansión sojera del campo. “No es casual que la mayoría de las denuncias sean de las provincias de Córdoba y Santa Fe. Estas son las principales áreas productoras de soja transgénica, cultivo que ha provocado un aumento exponencial en el uso masivo de agrotóxicos”, asegura la bióloga y ecologista Javiera Rulli, miembro del Grupo de Reflexión Rural. En su último informe, la ONG investiga la relación de los plaguicidas con el aumento de casos de cáncer y malformaciones congénitas, lupus, artritis, púrpura, asma y alergias varias en las principales provincias sojeras. En el último año, dicen, se utilizaron en esasplantaciones unos 160 millones de litros de glifosato, un herbicida de amplio espectro y muy tóxico cuando está formulado.

El problema inquieta, y ni la espinaca se salva. Científicos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy analizaron este año 37 muestras elegidas al azar, adquiridas en mercados de frutas y hortalizas y verdulerías de la ciudad de San Salvador de Jujuy. En todas ellas, los expertos hallaron residuos de zineb, un fungicida de uso masivo y de bajo costo muy utilizado en esa provincia. En el 17,1 por ciento de ellas, el tóxico superaba el límite máximo de residuo permitido en la Argentina, de 3 ppm (3 partes por millón) y el 93,55 por ciento superaba el rango fijado por la Unión Europea.

“Presenta efectos tóxicos agudos en humanos, como dermatitis de contacto, mareos y convulsiones”, explica la bioquímica Graciela Bovi Mitre, jefa del Programa de Detección de Residuos de Plaguicidas de esa facultad. Y añade: “Para la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, pertenece al grupo 3, no clasificable como carcinogénico para los humanos, a pesar de que los investigadores españoles lo denunciaron como tal”.

Poco control. La Agencia para la Protección Ambiental de los EE.UU. (EPA, por sus siglas en inglés) sostiene que la exposición dietaria a los plaguicidas ocurre a través del consumo de alimentos domésticos e importados que contengan residuos de estos químicos y de la ingestión de agua potable contaminada.

¿Quién controla estos excesos en la Argentina? En 2001, el Senasa creó el Sistema de Control de Productos Frutihortícolas Frescos (Sicofhor), cuya puesta en marcha estaba prevista en cuatro etapas, según se indica en su página web. Por ahora, sólo es obligatoria la primera, que es la identificación de los productos frutihortícolas frescos. La detección de químicos es la penúltima. Desde el viernes 29 de septiembre, PERFIL llamó siete veces al Senasa para ampliar la información y hasta envió un mail con las inquietudes a la casilla de prensa. Las respuestas llegaron por esa vía dos semanas después.

Uno de los pocos laboratorios del país preparados para detectar estos residuos tóxicos funciona en el Mercado Central de Buenos Aires, creado originalmente para ser epicentro controlador de las frutas y hortalizas de todo el país. Pero el sistema se desreguló en el ’92 y hoy se controla sólo un 20 por ciento de lo que se consume en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense. ¿Qué pasa con el resto de la mercadería? ¿Quién inspecciona? “No sabemos. Algunos mercados, como el de La Plata, implementaron sistemas de vigilancia: sacan muestras al azar y las mandan al Senasa para que las analice. Algo es algo”, lamenta la ingeniera agrónoma Sánchez, del Mercado Central. Y agrega: “En Córdoba y Río Cuarto están empezando a controlar, y también en el Mercado Fisherton de Rosario. Pero hay un problema grave: los recursos”.

—¿Cuánto cuesta montar un laboratorio apto para estos controles?
—Unos dos millones de pesos, que es el presupuesto anual para equipamiento y mantenimiento de nuestro laboratorio.

—¿Los productores pueden esquivar los controles?
—Técnicamente, sí. No es obligatorio mandar los productos a los mercados ni hacer estos análisis.

Los efectos de los pesticidas en los humanos son directos y pueden ser letales. El barrio Ituzaingó Anexo, de la capital cordobesa, es uno de los más complicados. Edificado sobre residuos industriales y con una población de 5.000 vecinos, cuenta actualmente con 200 vecinos enfermos de cáncer, mientras que 23 niños de la zona llevan en su sangre alfa hexaclorociclohexano, un poderoso pesticida prohibido en el país, según determinó un estudio realizado en marzo último por la Dirección de Ambiente de la Municipalidad cordobesa. Durante 20 años bebieron, lavaron y cocieron sus alimentos con agua contaminada con endosulfán y heptacloro –determinado por controles a los tanques de agua– y metales pesados como plomo, cromo y arsénico. Además, los vecinos luchan contra las continuas pulverizaciones que se realizan sin control en los campos de soja vecinos. “En el suelo se encontró malatión, clorpirifós, alfa-endosulfán y HCB”, detalla el informe.

La postal se repite en las poblaciones cordobesas de Monte Cristo, Mendiolaza, San Francisco y en las santafesinas San Lorenzo, San Justo, Las Petacas, Máximo Paz y Piamonte.

Hallazgo. Una investigación argentina publicada este año en la revista científica Breast Cancer Research determinó “asociaciones positivas entre niveles de pesticidas organoclorados en el tejido adiposo mamario y el consumo de grasa animal y pescado de río”.

El estudio fue realizado por el Laboratorio de Endocrinología y Tumores Hormonodependientes de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral. Los residuos de plaguicidas fueron encontrados en 76 mujeres que viven en Santa Fe y sus alrededores, no expuestas laboralmente a estos tóxicos, que fueron a hacerse biopsias por lesiones mamarias o tuvieron cirugías plásticas. “Esta gente incorporó el pesticida comiendo”, sugiere el estudio.

Entre las pacientes, 54 fueron diagnosticadas con carcinoma invasivo y 17 con patologías mamarias benignas. El 70 por ciento de ellas tenía una dieta rica en carnes rojas y embutidos. Se trata del primer reporte completo de la Argentina en cuanto a las concentraciones de residuos de organoclorados en mujeres de los últimos 30 años.
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AGROTÓXICOS EN NUESTRA MESA
Por Dr. Medardo Ávila Vázquez (Coordinador Red Universitaria de Ambiente y Salud)


PROLOGO: Argentina (y otros 25) son los únicos países que usan transgénicos dentro de un total de 194 que integran Naciones Unidas. Dentro de estos 26 países, solo cinco: EEUU, Brasil, Argentina, India y Canadá cultivan el 90% del total de transgénicos.
Usted debe saber que detrás de un alimento con restos de venenos, no hay solamente un empresario contaminador, sino un funcionario corrupto. Ambos Justifican el extractivismo y, para hacerlo, no tienen otro camino que pasar por la corrupción hasta convertirla en “norma”. Si sólo respetaran la Ley General de Ambiente o los convenios internacionales firmados por el país, su actitud sería completamente diferente.
Valore, entonces, el siguiente trabajo del Médico Medardo Avila Vazquez quien explicadesde la visión de un profesional de la salud los riesgos e implicancias de consumir alimentos con restos de venenos.

El 63 % de las frutas, verduras y hortalizas que se consumen en Buenos Aires y La Plata (para 20 millones de personas) contiene agrotóxicos, según información del SENASA, (extraído por la fuerza bajo un Amparo Judicial).
Desenmascarado, el SENASA reacciona lanzando un Comunicado sobre la INOCUIDAD de este “hallazgo” asegurando que los niveles son mínimos y escondiendo, con total intencionalidad, herbicidas como glifosato, atrazina, paraquad y 2.4D (y sus mezclas) siendo éstos los agrovenenos más utilizados en Argentina.
¿A qué cantidad de venenos son sometidos nuestros alimentos?
El SENASA oculta esta información: solo le interesan variables de producción eludiendo responsabilidades en la  protección de la salud pública.
Para que se entienda la peligrosidad de esta actitud corporativa: en 2012 se utilizaban 335 millones de kilos de pesticidas (alcanzando 400 millones en 2016); el 3 % de estos se aplicaron en cultivos de cítricos, 1 % en cultivos de frutas de pepitas, 1 % en cultivos de frutas c/carozo y 5 % en hortalizas (incluyendo papas).
¿Qué clase de venenos autoriza el SENASA?
En limones, mandarinas y naranjas clorpirifós, tiametoxan, imidacloprid, dimetoato y otros.
En manzanas y peras clorpirifós (organofosforado vinculado con daño directo en el desarrollo cerebral de los niños cuando sus madres embarazadas han sido expuestas al mismo. Sus consecuencias van desde trastornos del espectro autista, insuficiente desarrollo de la capacidad intelectual hasta dañar el material genético de las personas e inducir la generación de células mutantes que en condiciones especiales y personales desencadenan cáncer).
En frutas y hortalizas (apio, zanahorias, pimientos, tomates, rúcula y lechuga) clorpirifós, tiametoxan, abamectina, metamidofos, deltametrina, según SENASA.
Una porción de ensalada mixta (para una persona) contiene 600 ugr de plaguicidas y que, en general, comemos casi 1000 ugr por día de agrotóxicos igual o similares al Clorpirifós.
¿Son peligrosos para la salud humana?
Sin ninguna duda. La dinámica celular e intracelular de los insectos funciona de manera muy similar a la de los humanos; También compartimos los mecanismos que codifican el desarrollo embriológico y reproductivo. Además sabemos que el 60% de los genes que regulan el funcionamiento de células y órganos de nuestro cuerpo están presentes en el genoma de una mosca de la fruta o una chinche del tomate.
Si bien los tóxicos están presentes como dosis subletales para humanos, muchos de sus efectos perjudiciales son independientes de la dosis, por tal, se ejercen por su sola presencia en nuestro organismo. A mediano y largo plazo se desencadenan los temidos efectos subagudos y luego crónicos: genotoxicidad y disrupción endócrina, entre otros. El SENASA quiere hacernos creer que podemos ingerir cotidianamente dosis mínimas sin ningún tipo de riesgo. Esto es falso e inaceptable….y “ellos lo saben”.
Además, el clorpirifós mezclado con otros fosforados como dimetoato y metamidofós ejercen una potente y comprobada capacidad de disrupción endocrina alterando o interfiriendo con el equilibrio del sistema endocrino de nuestro cuerpo, promoviendo hipotiroidismo y cáncer de tiroides; trastornos metabólicos, diabetes y cáncer de páncreas; trastornos reproductivos, esterilidad, abortos, prematurez, anomalías congénitas, cáncer de mama, cáncer de ovario y cáncer de testículos, entre otras enfermedades.
En cuanto a la Deltametrina y Cipermetrina, presentados como insecticidas inocuos, su carácter de disruptores endocrinos hizo que la Unión Europea prohíba su utilización después que, en estudios de bioseguridad, las ratas desarrollaran tumores (adenomas) en sus glándulas endocrinas.
Abamectina es otro veneno encontrado en nuestros vegetales comestibles y su toxicidad se vincula principalmente en que reduce los niveles de testosterona y daña los túbulos seminales de los testículos.
Pero hay otro grupo de insecticidas 5000 veces más tóxicos que el DDT que hoy ingerimos casi a diario: los neonicotinoides (tiametoxan e imidacloprid), insecticidas sistémicos que penetran dentro de la planta y circulan por su savia (lo que hace inútil “lavar” la fruta). Prohibidos en Europa, SENASA los autorizó y están presentes en nuestra comida.
Como si estos enormes riesgos fueran insuficientes, nos encontramos con que los estudios del SENASA y de la UNLP muestran la presencia SIMULTÁNEA de varios de estos venenos en frutas y verduras. Su toxicidad no es sólo la suma de los mismos, sino que ésta se multiplica por el efecto “coctel” (sinergia), efecto conocido por los científicos pero no por el SENASA “ocupado en otras cuestiones”.
El SENASA minimiza estos peligros mintiendo, como si nadie pudiera acceder a la información y fuéramos todos estúpidos. Pero esta vergonzosa obediencia lo ubica como cómplice de los peligros a los que nos expone para proteger los intereses de la industria, ganancias que año a año aumentan contaminando nuestro ambiente y afectando la salud colectiva.
¿Qué podemos hacer para “sacar” el veneno de nuestras comidas?
Hacer que los empresarios y el SENASA (nuestro Estado) dejen de parasitar las corporaciones; de considerar “comida” esta mercancía venenosa que significa dinero disfrazado de alimento.
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Por qué las etiquetas nos engañan

Ver informe completo: 
http://www.conexionbrando.com/1938281-por-que-las-etiquetas-nos-enganan

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Ese aturdimiento de los consumidores es una de las situaciones más urgentes sobre las que hay que trabajar según la Organización Mundial de la Salud; una institución que no tendría nada que ver con todo esto si no fuera porque el consumo ciego y la confianza devocional en la industria devino en pandemias como obesidad, diabetes tipo dos y niños de 8 años hipertensos y con el hígado de un anciano que vivió una vida entre tabernas. Para combatir lo que amenaza ser el gasto en salud pública más importante de los países desarrollados y el empujoncito a la quiebra para los que eternamente se tambalean como el nuestro, los expertos indican focos de acción bien concretos. Sincerar la composición de la comida, ver si sobrepasan los límites sugeridos por una institución rigurosa y confiable como la Organización Panamericana de la Salud y expresar el resultado en rótulos claros que le digan a uno de frente qué es lo que está comprando. Con esa misma información es fundamental regular la publicidad de los alimentos que resulten altos en algunos de los nutrientes que más problemas están generando: azúcar, sal y grasas saturadas. Derramar un poco de honestidad en los comerciales y aplicar una cuidadosa depuración sobre los que están orientados a tentar a las víctimas más víctimas de este problemón: los menores de 12 años. En la misma línea, la OMS sugiere borrar de la escena regalos, juguetes, personajes y promociones que incitan la compra nublando la razón, quitar de los colegios primarios los alimentos más problemáticos y no permitir la publicidad de eso mismo en los lugares donde los chicos se entretienen: la tele, la web, los juegos electrónicos. Desalentar la compra de lo que está haciendo daño. Lo antes que sea posible, gravarla con impuestos. Desminar el terreno y dejarlo abierto para que vuelva lo único que necesitamos comer para estar sanos: la comida real. 
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¿La agricultura campesina y ecológica 

puede alimentar al mundo?

pagEsther Vivas | Público
La población mundial, se calcula, llegará en 2050 a los 9.600 millones de habitantes, según un informe de las Naciones Unidas. Lo que significa, 2.400 millones más de bocas que alimentar. Ante estas cifras, se extiende un discurso oficial que afirma que para dar de comer a tantísimas personas es imprescindible producir más. Sin embargo, es necesario preguntarnos: ¿Hoy falta comida? ¿Se cultiva bastante para toda la humanidad?
Actualmente, en el mundo, “se producen alimentos suficientes para dar de comer hasta 12 mil millones de personas, según datos de la FAO”, afirmaba Jean Ziegler, relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación entre los años 2000 y 2008. Y recordemos que el planeta, lo habitan 7.000 millones. A parte, cada día se tiran 1.300 millones de toneladas de comida a escala mundial, un tercio del total que se produce, conforme un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Según estos datos, de comida no falta.
Las cifras señalan que el problema del hambre no se debe a la escasez de alimentos, a pesar de que algunos se empeñen en afirmar todo lo contrario. El mismo Jean Ziegler lo decía: “Las causas del hambre son provocadas por el hombre. Se trata de un problema de acceso, no de sobrepoblación o subproducción”. En definitiva, es una cuestión de falta de democracia en las políticas agrícolas y alimentarias. De hecho, en la actualidad, se estima que casi una de cada ocho personas en el mundo pasa hambre, según datos de la FAO. La aberración del hambruna actual es que se da en un planeta de la abundancia de comida.
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Fuente y artículo completo: 

https://esthervivas.com/2014/05/20/la-agricultura-campesina-y-ecologica-puede-alimentar-al-mundo/

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Consumed

La película es un thriller político, muy entretenido, que a la vez explica muy bien la temática de los Organismos Genéticamente modificados
http://pelis24.com/peliculasvose/24362-consumed-2016-online.html

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Opinión: Margarita Mediavilla


Respuesta crítica a «Comer sin miedo», de José Miguel Mullet: Alimentos ecológicos: mucho más allá del miedo


«Lo que el Sr. Mulet no dice, y es, probablemente, lo más importante, es que la agricultura química actual no tiene futuro porque necesita un suministro de petróleo barato y abundante, y el petróleo ha dejado de ser barato y va a dejar de ser abundante»

Domingo 2 de marzo de 2014 · 1531 lecturas

Fuente: http://www.nodo50.org/ecologistas.valladolid/spip.php?article999

Hace unas semanas acaparó cierto interés en los medios de comunicación la presentación del libro del doctor José Miguel Mulet, profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnicade Valencia, titulado Comer sin miedo, en el que pretende desmontar mitos, falacias y mentiras sobre la alimentación en el siglo XXI. En la entrevista aparecida en El País sobre dicho libro, el autor critica algunas tendencias actuales en alimentación y en concreto, la “moda” de los alimentos ecológicos. Estos alimentos, según él, son un engaño porque utilizan el miedo a lo artificial para vender un producto más caro que, en su opinión, no es mejor ni para el consumidor ni para el medio ambiente.
Hay que reconocer que, en la primera parte de su entrevista, el Sr. Mulet tiene acierto al atacar esa tendencia un poco paranoica de nuestra sociedad a generar modas sobre dietas “salvadoras”, pero luego pierde todo el equilibrio y toda la razón cuando empieza a hablar de los alimentos ecológicos. A partir de ahí su entrevista se llena de tópicos y razonamientos rocambolescos con un estilo claramente manipulador, apoyado, además, en datos que no son ciertos. Merece la pena entretenerse en desmontar su discurso porque se basa en un montón de prejuicios, que, por desgracia, son más comunes de lo que deberían.
Una de las afirmaciones más rocambolescas del Sr. Mulet es decir que la agricultura ecológica es perjudicial para el medio ambiente porque la producción es mucho menor, del orden de un 50-25% y, por ello, se necesitan muchas más tierras para producir lo mismo. Incluso si ese dato fuera cierto, es bastante sorprendente que llame perjudicial a una agricultura que evita impactos tan enormes sobre el medio ambiente como la erosión y pérdida de suelo fértil, la eutrofización de los ríos debida al exceso de abonos nitrogenados, gran parte de las emisiones de CO2, la pérdida de biodiversidad de aves, insectos, abejas, y todo tipo de descomponedores y microorganismos del suelo, etc. Además, la agricultura ecológica, incluso aunque usara dos o tres veces más tierra para producir lo mismo (que no lo hace), “roba” muchos menos espacios a la fauna y flora silvestre, porque crea agroecosistemas equilibrados donde conviven múltiples especies silvestres, siendo la clave de la supervivencia de muchas de ellas.
Pero esta afirmación es todavía más rocambolesca porque el dato que da el Sr. Mulet, es, directamente, falso. Cualquiera que haya ojeado estudios o conozca a algún agricultor orgánico sabe que los rendimientos por hectárea de éstos son un poco menores, pero únicamente del orden de un 10%. En una síntesis de diversos trabajos, Miguel Ángel Altieri, uno de los mayores expertos mundiales sobre agroecología, indica que en agricultura ecológica los rendimientos por unidad de área de cultivo pueden ser un 5-10% menores que en cultivo químico, pero son mayores los relacionados con otros factores (por unidad de energía, de agua, de suelo perdido, etc.). También es conocido que el uso de abonos nitrogenados favorece la acumulación de agua en las plantas, de forma que los vegetales ecológicos tienen en torno a un 20% más materia seca por kilogramo [1], con lo cual es cuestionable incluso si los rendimientos reales son menores, porque cuando compramos un kilo de verdura, queremos comprar vitaminas, no kilos de agua.
Esta idea de que los pesticidas, herbicidas y transgénicos son un mal necesario -ya que “sin ellos no podríamos alimentar a toda la humanidad”- está todavía muy presente en la mentalidad colectiva, a pesar de que no es precisamente eso lo que dicen las propias Naciones Unidas y la FAO, sino más bien todo lo contrario. En los últimos años estas instituciones apuestan por la agroecología como el mejor camino para acabar con el hambre.
Las palabras de Olivier De Schutter, relator especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentaciónno dejan lugar a dudas [2]: “Un viraje urgente hacia la “ecoagricultura” es la única manera de poner fin al hambre y de enfrentar los desafíos del cambio climático y la pobreza rural […] Los rendimientos aumentaron 214 por ciento en 44 proyectos en 20 países de África subsahariana usando técnicas de agricultura ecológica durante un periodo de tres a 10 años, mucho más que lo que jamás logró ningún (cultivo) genéticamente modificado […] La evidencia científica actual demuestra que el desempeño de los métodos agroecológicos supera al del uso de fertilizantes químicos en el estímulo a la producción alimentaria en regiones donde viven los hambrientos”.
Es probable que el Sr. Mulet sepa esto y es posible que no le guste nada en absoluto, porque el éxito de la agricultura ecológica pone en entredicho sus investigaciones. Pero los datos lo están diciendo claramente: la agroecología no sólo es mejor para el medio ambiente, es igual de productiva que la agricultura química y, en ocasiones, la supera.
De hecho, el Sr. Mulet argumenta que los defensores de los alimentos ecológicos engañan a los consumidores con el miedo a los químicos, pero ese mismo miedo también lo usa él cuando insinúa que los alimentos ecológicos son “inseguros” obviando que pasan exactamente los mismos controles que los convencionales y también que es la agricultura y la ganadería industrial, con su hacinamiento de animales (y plantas) de una misma especie, la que se vuelve ideal para la expansión de epidemias. De hecho, son las grandes explotaciones industrializadas de Asia las que están teniendo problemas con la gripe aviar, no las pequeñas granjas ecológicas.
Pero lo que el Sr. Mulet no dice, y es, probablemente, lo más importante, es que la agricultura química actual no tiene futuro porque necesita un suministro de petróleo barato y abundante, y el petróleo ha dejado de ser barato y va a dejar de ser abundante. Y es que el gran aumento de productividad de los años 60 y 70 se basó en el petróleo y el gas natural, necesarios para la síntesis, tanto de los abonos químicos y pesticidas, como del gasóleo, combustible indispensable para la maquinaria agrícola.
El declive del oro negro en estas décadas va a hacer que tengamos que emprender una difícil reconversión de la agricultura mundial porque el modelo actual está inevitablemente ligado al petróleo y vamos a necesitar usar técnicas agroecológicas que, aunque también emplean maquinaria, consigue ahorros energéticos muy interesantes. Esto va a chocar con muchas resistencias, ya que la industria química no está, evidentemente, interesada en vender menos. No es extraño que las personas que viven de esta industria ataquen la agroecología y defiendan la ingeniería genética, que ha tenido sus mayores “éxitos” en la creación de plantas resistentes a los herbicidas y que, por ello, fomentan el consumo de agroquímicos. Probablemente la industria lo sabe y por eso está intensificando sus mensajes con tópicos como los que exhibe el señor Mulet. Por suerte, cada vez son más los agricultores que se pasan a la agricultura ecológica y ven que las tierras les producen y las cuentas les cuadran.
En cualquier caso, el artículo del Sr. Mulet es buen reflejo de algunos prejuicios absurdos sobre la ecología, la ciencia y lo que se considera progreso que deben empezar a caer. De hecho, una de las expresiones más curiosas de la entrevista es la siguiente: “Frente a la identificación de los productos ecológicos o la lucha contra los transgénicos con un discurso progresista, Mulet sostiene que “mucha gente de izquierdas parece no haber leído a Marx y a Engels, que eran lo más racionalista que había [...] Cuando la izquierda dejó de ir a misa tuvo que empezar a creer en cualquier tontería espiritual antisistema. Los mismo que la Iglesia, pero con una túnica azafrán en vez de una sotana”.
Esa afirmación de que estar en contra de los transgénicos “no es progresista” es bastante curiosa. Yo no sé si es que el Sr. Mulet se ha quedado en el siglo XIX -junto a Marx y Engels, porque no parece haber visto quién ha liderado la lucha contra estos cultivos en los últimos 20 años. La oposición a los transgénicos ha surgido principalmente de sindicatos campesinos dela Indiay Latinoamérica, que vieron cómo estas semillas permitían a la agroindustria monopolizar todavía más el mercado y llevar a la ruina a los campesinos más pobres.
Y por otra parte, es tremendamente curioso ver cómo Mulet asocia de un plumazo la racionalidad científica y las ideas de progreso con esa tecnología dura y agresiva para la naturaleza que son los transgénicos; y, por otro lado, identifica la ecología con lo irracional y con vagas espiritualidades orientales. Pues bien, Sr. Mulet: no es cierto y usted probablemente lo sabe bien. Lo que ahora llamamos agricultura ecológica no son sólo técnicas tradicionales, no es volver al pasado ni son supersticiones; es una agricultura basada en conocimientos científicos. Lo que sucede es que son conocimientos muy diferentes a los de “su” ingeniería genética, pero no por ello arcaicos, irracionales o poco rigurosos. De hecho, en mi opinión, la agricultura ecológica (y lo que se da en llamar agroecología y permacultura, que son tendencias más avanzadas de ésta), tiene un enfoque científico más moderno y eficaz, y los resultados lo están demostrando.
Si la ingeniería genética y la agricultura industrializada se basan en la química y la genética, la agroecología se basa en la biología y la ecología científica. Mientras la ingeniería genética utiliza una visión muy reduccionista, centrada en el gen como causa determinante, la agroecología tiene una visión mucho más sistémica y busca soluciones en los ecosistemas. Mientras la agricultura química y los transgénicos imponen a la naturaleza la lógica de las fábricas de producción industrial, la agroecología observa los ecosistemas, aprende de sus magníficos mecanismos de regulación y habla de biomímesis, es decir, de imitar a la naturaleza (incluso en la ingeniería y con resultados bastante interesantes, por cierto). Mientras la agroindustria convierte la agricultura en una actividad altamente perjudicial para la naturaleza, la agroecología consigue un equilibrio entre el ser humano y el resto de las especies, de las que depende, en definitiva, nuestra propia vida. Ambas son racionales y ambas son científicas, pero la agricultura química es hija de las tendencias reduccionistas de la ciencia del XVIII, mientras la agricultura ecológica tiene una mentalidad más moderna y sistémica, heredera de la teoría de sistemas que surge a principios de siglo XX y, es, además, mucho más capaz de responder al reto más importante de la humanidad en el siglo XXI: conseguir una civilización compatible con el planeta.
A ver si desterramos de una vez esos extraños prejuicios que asocian el avance científico y elprogresismo con tecnologías agresivas para el medio ambiente y la ecología con la añoranza romántica del pasado y cierta espiritualidad new age. La ciencia que se base en la ecología y, por tanto, nos enseñe a llegar a un equilibrio con el planeta, será la más avanzada, la más sensata y la que realmente nos pueda hacer progresar en este siglo que empieza.
La agricultura ecológica podría ser enormemente interesante para un país como España, muy dependiente del petróleo y que necesita urgentemente crear empleos (aspecto en el que la agricultura ecológica es más eficaz [3]). Desgraciadamente, a pesar de que somos el primer país productor de alimentos ecológicos de Europa, los sucesivos gobiernos han defendido los cultivos genéticamente modificados y han desarrollado una legislación que penaliza las pequeñas explotaciones biológicas, con lo cual no es extraño que estos alimentos sean más caros: es casi un milagro que se produzcan.
Así pues, hagamos bueno el título del libro de Mulet y digamos que hay que comer sin miedo alimentos ecológicos: sin miedo a que no podamos producir lo suficiente para alimentar a la humanidad, sin miedo a que no sean seguros y sin miedo a que nos arruinen. Porque la principal razón para comprarlos no es el miedo al cáncer sino la evidencia que muestran los datos y nos gritan nuestros sentidos: son productos de buena calidad que suelen merecer su precio, beneficiosos tanto para el medio ambiente como para los más pobres del planeta, que ayudan a crear puestos de trabajo en el medio rural y que, además, nos ayudan a independizarnos de un petróleo que tiene los días contados.
Margarita Mediavilla Pascual

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HUERTA AGROECOLÓGICA

http://inta.gob.ar/documentos/huerta-agroecologica/at_multi_download/file/INTA%20La%20huerta%20agroecol%C3%B3gica%20de%20autosustento%20Tannfeld.pdf


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El equilibrio entre ser productivo y sustentable



El establecimiento “La Aurora” en Benito Juárez –Buenos Aires– aplicó el sistema de producción agroecológico: disminuyó el uso de insumos sintéticos y energía. Como resultado de este manejo, además bajó costos y estabilizó los rendimientos.
El equilibrio entre ser productivo y sustentable
Mitos sobre la agroecología, abundan. Uno de ellos sostiene que es imposible ser productivo y, al mismo tiempo, sustentable. Los resultados obtenidos en el establecimiento “La Aurora” en Benito Juárez –Buenos Aires–, demuestran lo contrario. Tras 14 años de un manejo agroecológico se disminuyó el uso de insumos sintéticos y de energía no renovable, se bajaron los costos y se estabilizó la producción de carne y granos.
Rodolfo Tula, extensionista del INTA Benito Juárez, destacó la importancia de encontrar el “justo equilibrio” entre la productividad y el cuidado de la naturaleza. “Una producción agroecológica entiende de tiempos biológicos y los fortalece para producir sanamente y, al mismo tiempo, busca la rentabilidad. Pensamos en un sistema equilibrado y estable ante la variabilidad natural de los eventos climáticos, plagas y enfermedades”.
Asesorado por el INTA y Eduardo Cerdá, un especialista privado, Juan Kiehr –propietario de “La Aurora”–, aplica desde hace 14 años los conceptos de la agroecología en un sistema mixto de ciclo completo a fin de disminuir el uso de productos sintéticos y energía, aumentar la fertilidad de los suelos, fijar carbono y nitrógeno, e incrementar la biodiversidad y la productividad.
“Quiero dejarle a mis nietos un campo sano y transmitirles el respeto por la naturaleza”, aseguró Kiehr, un productor con descendencia danesa que se reconoce “entusiasmado y convencido de que la preservación del suelo es el mejor camino”.
De acuerdo con el dueño de “La Aurora”, “todos las actividades agropecuarias interfieren, en mayor o menor medida, en el ambiente” pero lo importante es “causar el menor daño posible” y destacó la importancia de “evitar el uso de insumos sintéticos”.
Así, se fortaleció la rotación en las 605 hectáreas que componen al establecimiento –asociando cultivos invernales y estivales con leguminosas–, lo que, a su vez, aumentó la fijación de nitrógeno y carbono y, esto, permitió el aporte de rastrojos para mejorar el contenido de materia orgánica del suelo.
Para Kiehr la receta es simple: “Siembro trigo y trébol rojo durante dos o tres años luego, roto con sorgo y más tarde vuelvo con el trigo y pasturas. De vez en cuando, cultivo avena y cebada que me proveen de granos para mi campo”.
A fin de compensar la falta de fósforo y el balance de nutrientes, incorpora expeller de trigo a la alimentación de sus más de 600 animales, lo que elimina el uso de fertilizantes y de energías no renovables.
“Esta visión implica un esfuerzo mayor en el que se debe tener en cuenta las múltiples variables de la naturaleza pero, resulta necesario y terminante para avanzar en el desafío de poner en valor la biodiversidad”, explicó Tula.

Todos las actividades agropecuarias interfieren en el ambiente, pero lo importante es causar el menor daño posible y evitar el uso de insumos sintéticos.
Un modelo que mutó
Durante décadas, el modelo productivo de la región Pampeana se caracterizó por la alternancia entre agricultura y ganadería. Así, los ciclos agrícolas –extractivos y exportadores de nutrientes– se sucedían con ciclos ganaderos pastoriles que restituían al suelo buena parte de la materia orgánica y nitrogenada.
Esto cambió de la mano de la lógica mercantilista y cortoplacista predominante de los últimos años. Así lo aseguró Santiago Sarandón, referente en la materia de la Universidad Nacional de La Plata, en su informe.
Tula fue más allá y aseguró que “el actual modelo productivo presenta signos de agotamiento y dependencia” al que se le suman costos ocultos entre los que destacó la degradación de las tierras, contaminación de las aguas, la expulsión de los productores del campo y la pérdida de la soberanía alimentaria y económica.
De acuerdo con Sarandón, “hay una marcada agriculturización en la región y se eliminó la alternancia entre ambas producciones con un fuerte incremento de las fertilizaciones. Y con ello, se provocó la desestabilización del sistema con el consecuente daño a los recursos naturales de la zona”, explicó Sarandón.
Para Tula, el caso de “La Aurora” es un claro ejemplo de que “hay alternativas de producción” en los que los nutrientes se reciclan continuamente y mantienen los suelos sanos y fértiles. “Hay que repensar al ambiente como un todo complejo y autocontenido en el que interactúan muchos factores y no se producen desperdicios”, aseguró.

Hay que repensar al ambiente como un todo complejo y autocontenido en el que interactúan muchos factores y no se producen desperdicios
Un concepto, cientos de beneficios
Para la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), el desarrollo sostenible es el manejo –y no explotación– de los recursos naturales y enfatiza en la necesidad de la solidaridad hacia las actuales y futuras generaciones.
En línea con esta idea, surge la agroecología. Una disciplina científica basada en la aplicación de los principios de la ecología al diseño, desarrollo y gestión de sistemas agrícolas sostenibles que promueve la conservación de los recursos naturales elementales para la obtención de alimentos: suelo, agua y biodiversidad.
Este concepto surgió a fin de contrarrestar las múltiples consecuencias sobre el ambiente causadas por la agricultura convencional tales como el deterioro a la cubierta vegetal, la erosión y salinidad de los suelos, la pérdida de diversidad agrícola y genética, y la resistencia constante de plagas y enfermedades.


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El ingeniero agrónomo Eduardo Cerda explica las ventajas de producir agroecologicamente:
https://www.youtube.com/watch?v=b7mDEh-c1z8&feature=youtu.be



Agroecología en la provincia de Buenos Aires





Una mirada agroecológica a la biotecnología - Ley de semillas




Cinturones urbanos, zonas libres de agrotóxicos - Algunas estrategias agroecológicas - Argentina



http://www.youtube.com/watch?v=sR1jwmM5lg0


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"Los transgénicos son una bomba atómica con vida propia"
Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/transgencios-cientifica-critica-Alvarez-Buylla_0_263173824.html

La doctora en genética molecular Elena Álvarez-Buylla batalla en contra de los cultivos genéticamente modificados: "Somos sujetos de un experimento global, sin control ni consentimiento", asegura
Este riesgo "sólo se justifica por las ganancias privadas de las grandes corporaciones", afirma





La doctora en genética molecular, Elena Álvarez-Buylla, crítica con los transgénicos.
La doctora en genética molecular, Elena Álvarez-Buylla, crítica con los transgénicos.

Fue una bomba. Una prestigiosa revista publicó en septiembre de 2012 un estudio del francés Gilles-Eric Séralini que relacionaba el consumo de maíz transgénico con la formación de tumores. Un año después, la revista que publicó el trabajo le exigió su retirada. Ese desacreditado trabajo ha acentuado las suspicacias sobre las sentencias definitivas a favor o en contra de la modificación genética de semillas. En España las voces discrepantes se relacionan con ambientalistas mientras que los apoyos a esta tecnología se ligan a científicos.
La mexicana Elena Álvarez-Buylla se sale de ese modelo. Y está orgullosa de ello. Doctora en genética molecular y coordinadora del laboratorio de Genética Molecular del Desarrollo de la Universidad Autónoma de México –y con 106 publicaciones científicas a sus espaldas– no esconde su batalla personal contra estos cultivos.
Hay analistas que aseguran que hay un consenso internacional científico sobre los transgénicos, que no existen diferencias entre unos alimentos y otros...
Es totalmente falso que los transgénicos sean iguales a los silvestres. Hay evidencias que indican que, por ejemplo, la soja transgénica es nutricionalmente distinta, además de que la mayoría se rocía con grandes cantidades de glifosato –un agrotóxico– que penetra en las células y es nocivo para la salud. Y nos lo estamos comiendo. Estamos siendo sujetos de un experimento global sin controles y sin consentimiento, el experimento de una tecnología incipiente y a la vez obsoleta que, por razones científicas, tendría que ser suspendida.

¿En qué sentido?
Teniendo en cuenta los datos científicos y el puro sentido común, los organismos transgénicos no pueden ser iguales a los no transgénicos. Es una falsedad asegurar que un organismo puede ser equivalente después de que le introduzcas un solo transgen. Una pequeña perturbación en sistemas complejos, como un ser vivo, tiene consecuencias que no se pueden enumerar. Y mucho menos predecir las consecuencias en las interacciones con otros genes y la síntesis de muchas sustancias. El efecto de un gen (o un transgen) depende no sólo de sí mismo, sino de sus interacciones con otros genes y proteínas, y de la interacción del organismo transgénico con el ambiente.
¿De qué tipo de consecuencias habla?
Hay plantas que presentan moléculas distintas, no asociadas al gen producido sino a otros genes, los que se han alterado a su vez por esta modificación. Pero, además, el maíz o la soja están incorporando a sus células el herbicida al que son resistentes por la modificación genética. El glifosato –está probado– es un teratógeno (que produce malformaciones en el feto) y es posiblemente cancerígeno. Las plantas resisten ese veneno y lo incorporan, por lo que pasa a la cadena alimenticia.
¿También hay consecuencias para el medio ambiente?
Basta con que les vayan a preguntar a los agricultores americanos cuánto se están gastando ahora mismo en controlar las supermalezas que han crecido en las explotaciones de transgénicos que, después de muchos años, se han hecho resistentes al glifosato, al herbicida. Los organismos evolucionan y ya hay variedades de maleza que aguantan los herbicidas. Ahora amenazan con transgénicos que resisten a múltiples agrotóxicos; algunos aún más tóxicos que el glifosato.
Es totalmente falso que no haya diferencias entre un alimento transgénico y otro que no lo es


¿Por qué defiende que se trata de una tecnología inútil?
La llamo pseudotecnología. Las variedades que comercializan las corporaciones se obtienen por ensayo-error. Es como si al vender un coche dijeran: 'Prueba este... Ah no, no va. Toma otro'. Se eligen las porciones de ADN que se quieren inocular en la planta y se colocan en diversos puntos de la cadena de ADN. Luego se ve cómo se desarrollan los ejemplares en el laboratorio, qué efecto ha tenido. ¿Cómo se analizan las plantas? A ojo. No con un estudio metabólico exhaustivo que sí podría revelar alteraciones aunque no estén, en teoría, implicadas en el gen que se ha modificado. Porque las redes que hacen interactuar los genes de un organismo son muy complejas. No son corto y pego, y ahí se queda el efecto. Rebotan por donde nadie se imagina.
¿Entonces qué es lo que sale de los laboratorios?

La empresa selecciona lo que quiere en esas condiciones de laboratorio. Desarrolla una línea para vender, la diferente de la silvestre. Pero los genes se mueven en el polen a miles de kilómetros de distancia. Por eso lo que se haga en España afectará a los vecinos. Lo que se hizo en EEUU ya contaminó el centro de origen del maíz mundial, que está en México. El polen viaja y hace germinar con su gen transgénico.
El contexto alrededor y las interacciones de esas plantas son ya diferentes. Con lo que las plantas que contengan el gen modificado por la empresa ya no serán como cuando se han producido en el laboratorio. Las hijas de esa planta llevarán ese transgen. Se irán acumulando transgenes. Está demostrado que no se pueden parar y controlar. Los transgenes se mueven y se acumulan en las razas nativas de los cultivos.

Tal y como usted lo plantea, es una 'contaminación' imparable.

La propia industria ha reconocido que lo poderoso de esta tecnología es que se va a implantar sin esfuerzo y cuando la gente se dé cuenta ya no va haber nada que hacer. Las secuencias genéticas patentadas se acaban acumulando en los cultivos originales. Y entonces, las empresas podrían hasta demandar a esos agricultores por utilizar una variedad sobre la que tienen una patente de exclusividad. Aunque sea el maíz nativo que esté contaminado.

De hecho, cuando se compra semilla transgénica estás obligado a destruir lo que no utilices en la cosecha. El único que tiene derechos sobre la reproducción de vegetal de esa semilla es la corporación. No se puede ni utilizar las semillas obtenidas con la cosecha.

¿Usted asegura que se asumen riesgos sólo para favorecer el negocio?
Claro. La gente está siendo sujeta a este riesgo público a favor de las ganancias privadas. Porque eso es lo único que hay detrás, de verdad. Existe por razones de lucro. ¿Queremos tirar la bomba atómica a ver qué pasa? Esto es una bomba atómica pero con vida propia. Es una contaminación que va atener su propia dinámica evolutiva y a los responsables de este crimen contra la humanidad no se les va a poder pedir cuentas.

¿Por qué?
Pues de entrada porque no se está etiquetando en la mayoría de los países latinoamericanos ( Nota: En Europa sí en el caso de que sea para alimento humano directo, aunque el 100% de los piensos están etiquetados como transgénicos porque hay tanto maíz importado –la mayoría transgénico– que los fabricantes han optado por decir que todo es transgénico).

Estamos en un mundo al revés donde la ciencia dominante, la ciencia del reduccionismo, muy obsoleta en el contexto actual pero con mucho poder económico, está validando con un traje falso en términos científicos una tecnología peligrosa y ambientalmente insustentable.

¿Usted niega los efectos beneficiosos de los transgénicos para aliviar el hambre en el mundo?

La realidad son grandes extensiones de soja transgénica resistente a glifosato. Grandes explotaciones de monocultivo. No hay que desenfocar. No hay que dejarse llevar por ese engaño. Por ejemplo, el arroz dorado que se ha introducido en Asia con un gen para dotarle de una vitamina de la que son deficientes los niños y que provoca ceguera. ¡Pero los niños son deficientes en esa vitamina porque no comen! Y para solventar la deficiencia tendrían que comer kilos de arroz dorado. Eso es irreal. Mejor unas verduritas. Desde un punto de vista tecnológico, científico y social se necesita solventar el problema de reparto de alimentos, no cultivar el arroz dorado que es sólo para hacer propaganda a favor de los transgénicos.
Son muchas las voces que defienden que es una tecnología extendida y eficiente.

Existe un mito conveniente: si ya están en todos los lados, y no hay remedio, ya no podemos hacer nada. Desde el punto de vista de resolución de los problemas agrícolas del mundo, los transgénicos han aportado cero. Los han empeorado. Si es una tecnología que no resuelve los verdaderos problemas y tiene riesgos…. ¿para qué se apoya? El que cada vez se coma más comida chatarra no quiere decir que sea buena.
¿Por qué hay cultivos modificados genéticamente y otros en los que esta tecnología no se aplica?
Por el negocio. Que está en la soja y el maíz. Existen transgénicos de arroz, pero los japoneses están cuidándolo muchísimo para que no se extienda porque es la base de su alimentación. También hay berenjena, tomate… pero el negocio está en la soja y el maíz.

¿Y el trigo?
Que no haya trigo transgénico es uno de los argumentos que demuestran que sí se sabe que hay consecuencias con estos cultivos. ¿Dónde se come trigo? En Estados Unidos, Europa y Canadá. ¿Dónde está la gente más rica? El trigo está muy cuidado. Sería facilísimo modificarlo pero la gente del Primer Mundo no está dispuesta a tener en su mesa trigo transgénico todos los días. Sí que en los laboratorios lo modifican en experimentos… pero como propaganda. Está protegidísimo. Y claro que hay problemas de plagas y demás con el trigo pero se resuelven de manera más inteligente que con transgénicos.

España se ha quedado sola en el mundo de los transgénicos en Europa. ¿Tiene explicación?

Las empresas tienen mucha influencia con los gobiernos pero las poblaciones de Alemania, Francia o Gran Bretaña tienen un rechazo público muy fuerte a los transgénicos…. ¿y dónde se mantiene el acuerdo de negocio sin motivo tecnológico o humanitario? En España.

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http://ecocosas.com/agroecologia/agricultores-indios-logran-cosechas-records-sin-usar-transgenicos/

Agricultores Indios logran cosechas record sin usar transgénicos



EN LA EXPO RURAL  DEL SUDESTE SANTIAGUEÑO PASADA, QUE SE REALIZA EN LA CIUDAD DE BANDERA, LA EMPRESA BAYER MONOPOLIZÓ EL EVENTO PROMOCIONANDO SU MAÍZ LIBERTY LINK. (SEMILLA Y PAQUETE QUÍMICO).


EN LA PRESENTE SIEMBRA, GRAN PARTE DE LA SUPERFICIE ANTES DEDICADA A SOJA RR HA SIDO REEMPLAZADA POR EL MAÍZ DE REFERENCIA. TANTO, QUE LLEGA A “TOCAR” ALGUNAS CASAS DE ESTE PUEBLO RESULTANDO INEVITABLE SU TRASLADO A LA MESA FAMILIAR Y POSTERIOR CONSUMO. 



MAIZ GM Bt PUEDE PRODUCIR HERBICIDA O INSECTICIDA DENTRO DEL INTESTINO HUMANO


Después que usted lo ha ingerido, parte de estos herbicidas inactivos pueden reactivarse en el interior de su intestino y causar una reacción tóxica. Además, el gen que fue insertado en el maíz, se puede transferir en el ADN de sus bacterias intestinales, y producir efectos a largo plazo. Éstos son sólo algunos de los muchos efectos colaterales potenciales de los cultivos GM que ponen en riesgo al público consumidor, al decir de los críticos

Por Jeffrey Smith (*)


El sitio web de la Semillera PIONEER se jacta de que su maíz modificado genéticamente LIBERTY LINK (patentado por BAYER), sobrevive a dosis del herbicida Liberty, que normalmente matarían al maíz tradicional. La razón, dicen, es que el herbicida se vuelve "inactivo en la planta de este maíz transgenizado".

 

ACLARACION: La tolerancia a herbicida (TH)* es uno de los dos rasgos básicos comunes a casi todos los cultivos GM.

71% han sido diseñados para resistir herbicidas, inclusive el Glufosinato de Amonio (Liberty),  Roundup (glifosato) y 2,4D.

18% aproximadamente, elabora su propio plaguicida.

11%  hace ambas cosas.

* Cuando los agricultores compran semillas TH, están obligados a adquirir también las marcas de herbicidas de las compañías

* Los cultivos TH aumentan dramáticamente el uso de herbicidas..


No se exige ninguna evaluación de seguridad para los cultivos TH en EE.UU - si las compañías biotecnológicas los declaran aptos para el consumo humano, la FDA (Food and Drug Administration-Administración de Alimentos y Medicamentos) no hace más cuestionamientos. Sin embargo muchos científicos y consumidores continúan preocupados, y las variedades Liberty Link plantean singulares riesgos.

El herbicida Liberty puede eliminar una amplia variedad de plantas. También como insecticida puede matar bacterias, hongos e insectos y tiene efectos tóxicos en humanos y animales. Este herbicida se obtiene de un antibiótico natural producido por dos cepas de una bacteria del suelo. Para que a estas bacterias no las mate el antibiótico que ellas mismas elaboran, las cepas producen enzimas especializadas que transforman al antibiótico en una forma no tóxica del mismo, llamado NAG (N-acetil-glufosinato).

Estas enzimas especializadas, denominadas pat proteína y bar proteína, son producidas por el pat gen y el bar gen, respectivamente. Estos dos genes son insertados en el ADN de los cultivos GM, donde producen las enzimas en cada célula. Cuando se fumiga la planta, los solventes y surfactantes del Liberty transportan el glufosinato de amonio a través de toda la planta donde las enzimas lo convierten principalmente en NAG. De esta manera, la planta "detoxifica" al herbicida y sobrervive, mientras las malezas circundantes mueren. El problema es que el NAG, que no está presente naturalmente en las plantas, permanece en ellas y se acumula con cada pulverización subsiguiente. De manera que, cuando nos alimentamos con estos cultivos GM, también consumimos N-acetil-glufosinato.

Una vez que el NAG se encuentra dentro de nuestro sistema digestivo, parte de él puede ser retransformado nuevamente en herbicida tóxico. En ratas alimentadas con NAG, por ejemplo, el 10% del mismo se había convertido otra vez en glufosinato al momento de ser excretado en las heces.  Otro estudio con ratas encontró una conversión del 1%. Y uno efectuado en cabras halló que más de la tercera parte del NAG excretado se había reconvertido en glufosinato.

Se cree que las bacterias intestinales, principalmente las que se encuentran en el colon o en el recto, son las responsables de esta retoxificación.  Aunque estas partes del intestino no absorben tantos nutrientes como otras secciones, las ratas alimentadas con NAG presentaron efectos tóxicos. Esto indica que el herbicida había sido regenerado, estaba biológicamente activo, y que había sido asimilado por las ratas. El estudio efectuado en cabras confirmó también que parte del herbicida regenerado a partir del NAG se había alojado en riñones, hígado, músculos, tejido adiposo y leche.

Es de suponer que exista mayor información acerca del impacto de esta conversión en los "Estudios de Metabolismo y Toxicología" del NAG, presentados ante los reguladores europeos por Bayer. Estos estudios inéditos fueron parte de la solicitud presentada con vistas a la aprobación de canola tolerante a herbicida. Cuando miembros del Directorio de Seguridad en Plaguicidas (Pesticida Safety Directorate) del gobierno del Reino Unido intentaron proporcionar parte de esta información a un investigador independiente, fueron detenidos mediante amenazas de acciones legales por parte de la compañia. Los estudios mantienen carácter confidencial.

TOXICIDAD DEL HERBICIDA

El glufosinato de amonio es estructuralmente similar a un aminoácido natural llamado ácido glutámico que puede estimular el sistema nervioso central y, en niveles excesivos, causar la muerte de las células nerviosas en el cerebro.
Las reacciones comunes al envenenamiento con glufosinato en humanos incluyen la pérdida del conocimiento, dificultades respiratorias y convulsiones. Un estudio también relacionó al herbicida con un desorden renal. Estas reacciones involucran típicamente grandes cantidades de herbicida. No queda claro si la cantidad convertida a partir de cultivos GM se acumularía para promover tales respuestas o si hay efectos crónicos a bajas dosis.
Podría tratarse de un asunto más crítico si los infantes o los fetos resultan impactados con dosis inferiores. Un informe emitido en enero de 2006 por la Oficina del Inspector General de la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA), señalaba que los estudios demuestran que ciertos plaguicidas penetran fácilmente en el cerebro de los niños pequeños y los fetos, y pueden destruir células. Ese mismo informe, sin embargo, manifiesta que la EPA carece de protocolos de evaluación estándard para estimar la toxicidad de los plaguicidas en los sistemas nerviosos en desarrollo. (18)
Científicos de la agencia también revelaron que "las evaluaciones de riesgo no pueden establecer con confiabilidad el grado al cual cualquier exposición de un feto, infante o niño a un plaguicida, pueda o no afectar desfavorablemente su desarrollo neurológico". (19) Además, tres sindicatos que representan a 9 000 trabajadores de la EPA afirmaron que las técnicas de evaluación utilizadas en la agencia estaban altamente politizadas. Según un comunicado del 24 de mayo de 2006 dirigido al administrador de la EPA, los sindicatos citaron “la presión política ejercida por funcionarios de la Agencia señalados de estar excesivamente alineados con la industria plaguicida y con antiguos funcionarios de la EPA que actualmente representan a la comunidad agrícola y agroquímica". (20)
Aunque la EPA pueda estar siendo obstaculizada en sus evaluaciones, las investigaciones no obstante se han ido acumulando, lo cual sugiere que el glufosinato acarrea significativos riesgos para la próxima generación. Según Yoichiro Kuroda, el principal investigador en el proyecto japonés denominado "Efectos de las Alteraciones Endocrinas en el Desarrollo del Cerebro", el glufosinato actúa como un “falso neurotransmisor". La exposición de un bebé o un embrión puede afectar la conducta, porque el químico perturba las funciones genéticas que regulan el desarrollo del cerebro. (21)
Cuando se expusieron embriones de ratones al glufosinato, se produjeron retrasos de crecimiento, incremento de las tasas de mortalidad, desarrollo incompleto del cerebro anterior y labios hendidos (22), como así también muerte celular en parte del cerebro. (23) Después de que las ratas preñadas fueron inyectadas con glufosinato, el número de receptores de glutamato en los cerebros de la crías pareció haberse reducido. (24) Cuando las ratas infantes fueron expuestas a bajas dosis de glufosinato, algunos de sus receptores cerebrales también parecieron experimentar cambios. (25)
El herbicida glufosinato también podría influir en la conducta. Según Kuroda, las "ratas hembras nacidas de madres a las que se suministraron altas dosis de glufosinato, se volvieron agresivas y comenzaron a morder a las otras - en algunos casos hasta que morían.". “Ese informe me hizo sentir escalofríos", agregó el científico. (26)
BACTERIAS INTESTINALES ALTERADAS
Si el herbicida se regenera dentro de nuestro intestino, y dado que éste es un antibiótico, probablemente matará las bacterias intestinales. Los microorganismos intestinales son cruciales para la salud. No solamente proporcionan metabolitos esenciales como ciertas vitaminas y ácidos grasos, sino que también colaboran en la roturación y absorción de los alimentos y protegen contra organismos patógenos. Alterar el equilibrio de las bacterias intestinales puede causar una amplia gama de problemas. Según la genetista molecular Ricarda Steinbrecher, "los datos obtenidos sugieren de manera contundente que el equilibrio de las bacterias intestinales resultará afectado"(27), por la conversión de NAG en glufosinato.
Cuando ingerimos maíz Liberty Link, no sólo consumimos NAG, sino también genes pat y bar genes, con sus proteínas pat y bar. Es posible que una vez que el NAG se ha convertido en herbicida en nuestro intestino, la pat proteína, por ejemplo, pueda reconvertir algo de ese herbicida en NAG otra vez. Esto podría bajar las concentraciones de glufosinato dentro de nuestro intestino. Por otro parte, algunos microorganismos pueden ser capaces de efectuar la conversión en ambas direcciones, de glufosinato a NAG y también otra vez de NAG a glufosinato.
Si la pat proteína puede hacer esto, es decir, si puede transformar NAG en herbicida, entonces la presencia de la pat proteína dentro de nuestro intestino podría regenerar más herbicida a partir del NAG ingerido. En tanto no existe ningún estudio conocido sobre este tema, no sabemos si consumiendo el gen pat o los genes bar haremos que la situación mejore o empeore.
Adicionalmente, un estudio sobre el gen pat plantea más señales de alarma. El científico alemán Hans-Heinrich Kaatz demostró que el gen pat se puede transferir en el ADN de las bacterias intestinales. Halló sus evidencias en abejas jóvenes que habían sido alimentadas con polen de plantas de canola tolerantes a glufosinato. El gen pat se transfirió a las bacterias y hongos dentro de los intestinos de las abejas. Kaatz afirmó: "Esto ocurrió pocas veces, pero ocurrió". (28)
Aunque ningún estudio ha examinado si los genes pat terminan en las bacterias del intestino humano, el único estudio que se conoce realizado en humanos alimentados con GM demostró que el material genético se puede transferir a nuestras bacterias intestinales. Este estudio, publicado en 2004, confirmó que porciones del gen tolerante a Roundup de los porotos de soja se transferieron a los microorganismos dentro del tracto digestivo humano. (29)
Desde que el gen pat se puede transferir a las bacterias intestinales en las abejas, y desde que el material genético de otro tipo de cultivo GM se puede transferir a las bacterias del intestino humano, resulta probable que también el gen pat se pueda transferir desde el maíz o los porotos de soja Liberty Link a nuestra flora intestinal. Si esto es así, una cuestión crucial es si la presencia del gen pat les confiere algún tipo de ventaja de supervivencia a las bacterias. En ese caso, las presiones de selección favorecerían su proliferación a largo plazo en el intestino.
Debido a que la proteína pat puede proteger a las bacterias de ser eliminadas por el glufosinato, las bacterias intestinales que aceptan el gen parecen tener una ventaja de supervivencia significativa. De este modo, el gen se puede propagar de bacteria a bacteria, y podría quedar alojado dentro nuestro a largo plazo. Con más genes pat, más proteína pat se genera. Los efectos de la exposición a largo plazo a esta proteína no han sido evaluados.
Actualmente se supone que la proteína pat también puede retoxificar el NAG convirtiéndolo otra vez en herbicida activo, como se analizó anteriormente. Se puede generar un peligroso círculo de retroalimentación: comemos maíz o soja Liberty Link. Nuestras bacterias intestinales, más la proteína pat, convierten al NAG en herbicida. Con más herbicida, más bacterias son eliminadas. Esto aumenta la ventaja de supervivencia de las bacterias que contienen el gen pat. En consecuencia, más bacterias terminan con el gen. Entonces, se produce más proteína pat, que convierte más NAG en herbicida, el cual amenaza más bacterias, que crean más presión de selección, y así sucesivamente. En tanto no se han efectuado estudios para confirmar si un ciclo tal está ocurriendo, solamente podemos especular.
ALTERACIÓN ENDOCRINA A DOSIS EXTREMADAMENTE BAJAS
Otro peligro latente de los cultivos tolerantes a glufosinato es su potencial para provocar alteraciones endocrinas. Estudios recientes revelan que los químicos de alteración endocrina (EDCs, según su sigla en inglés) pueden tener efectos hormonales significativos a dosis muy por debajo de aquéllas que anteriormente se creían significativas. Los efectos alteradores a menudo se hallan en niveles diminutos, que se miden en partes por billón o en pocas partes por cada mil millones. Esto se observa, por ejemplo, en la manera que trabaja el estrógeno en las mujeres. Cuando el cerebro encuentra unas escasas 3 partes por billón, interrumpe la producción de las principales hormonas. Cuando la concentración de estrógeno llega a 10 partes por billón, sin embargo, hay un repentino incremento hormonal, seguido de ovulación.
Desafortunadamente, la regulación y el monitoreo de los químicos agrícolas, incluyendo a los herbicidas, se han quedado atrás respecto del descubrimiento de la existencia de efectos a dosis extremadamente bajas. La determinación de los niveles legalmente aceptables de residuos de herbicida en los alimentos ha estado basada en un modelo lineal, que supone que el efecto de los químicos tóxicos es constante y proporcional a su dosificación. Pero como demuestra el documento "Large Effects from Small Exposures" (Grandes Efectos a partir de Pequeñas Exposiciones), este modelo subestima los efectos biológicos de los EDCs por debajo de 10 000 partes. (30)
Anticipándose a su arroz Liberty Link (aún no comercializado), Bayer CropScience peticionó con éxito en 2003 a la EPA la aprobación de los niveles de umbral máximo de glufosinato de amonio en arroz. Durante el período de observaciones precedente a la aprobación, la presentación de Sierra Club declaraba lo siguiente:
"Encontramos que las manifestaciones de la EPA sobre el potencial del glufosinato para funcionar como sustancia de alteración endocrina en humanos y animales, no están fundadas sobre información lógica o estudios exhaustivos. De hecho, la EPA manifiesta que no se ha realizado ningún estudio especial para investigar el potencial del glufosinato de amonio para inducir estrógenos u otros efectos endocrinos... “Consideramos que es totalmente prematuro para la EPA descartar en este momento todas las preocupaciones sobre el glufosinato como substancia de alteración endocrina.... Debido a que millones de estadounidenses y sus niños están expuestos al glufosinato y sus metabolitos, la EPA está obligada a determinar de manera concluyente si este herbicida tiene potencial de alteración endocrina”.
La respuesta de la EPA fue que "el glufosinato de amonio puede estar sujeto a monitoreo y/o evaluaciones complementarios para caracterizar mejor los efectos relacionados con alteraciones endocrinas", pero esto únicamente tendrá lugar después de que estos protocolos sean desarrollados. Al poco tiempo, la agencia aprobó residuos de glufosinato de amonio en arroz de 1 (una) parte por millón.
Dado que el amonio de glufosinato podría tener propiedades de alteración endocrina, inclusive las pequeñas conversiones de NAG a herbicida pueden acarrear significativos riesgos para nuestra salud y la de nuestros hijos.
Inadecuados estudios de alimentación animal
Si observamos los estudios de alimentación animal para averiguar si el maíz Liberty Link genera efectos sobre la salud, encontramos que los observadores independientes han expresado por años su frustración. Los estudios de seguridad patrocinados por la industria, que raramente son publicados y a menudo se mantienen en secreto, son descriptos con frecuencia como diseñados para evitar el hallazgo de problemas.
En un estudio de alimentación de 42 días efectuado en pollos, por ejemplo, 10 pollos (7%) alimentados con maíz Liberty Link murieron, en contraposición a cinco pollos alimentados con maíz natural. Incluso con una tasa de mortalidad duplicada, "por ser el diseño experimental tan defectuoso", señaló la biofísica Mae-Wan Ho, "el análisis estadístico no alcanzó a detectar una diferencia significativa entre los dos grupos". De manera similar, aunque el grupo alimentado con GM alcanzó menos peso, el estudio no reconoció este resultado como significativo.
De acuerdo al testimonio de dos expertos en estudios de alimentación en pollos, el estudio con maíz Liberty Link no identificaría algo como significativo-, a menos que hubiera habido "enormes" cambios. Los expertos opinaron que "vale la pena hacer notar, de paso, que si uno estuviera buscando no mostrar ningún efecto, uno de los mejores métodos para lograrlo sería usar una repetición insuficiente, un N (número de elementos de la muestra) pequeño, que es exactamente el caso en este estudio de pollos.
Sin los tests adecuados y con el proceso aprobado con un sello de goma, los cultivos GM como el maíz Liberty Link ya pueden estar generando significativos problemas de salud difíciles de detectar. En Europa, Japón, Corea, Rusia, China, India, Brasil y otros lugares del mundo, los consumidores cuentan con el beneficio de leyes que exigen que los alimentos con ingredientes GM deben estar etiquetados.
En EE.UU., sin embargo, los consumidores que deseen evitarlos están forzados a suprimir todos los productos que contengan soja y maíz, como así también aceites de canola y de semillas de algodón. O pueden adquirir productos orgánicos, o que lleven en el envase la leyenda "No-OGM" (libre de organismos genéticamente manipulados). Cambiar la dieta personal es una molestia, pero con las sorpresas escondidas dentro de los alimentos GM, puede ser una prudente opción para personas que valoran la salud, especialmente niños pequeños y mujeres embarazadas.
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(*) Jeffrey Smith es autor del bestseller internacional,"Seeds of Deception" ("Semillas de Decepción"). Este artículo presenta información acerca de algunos de los numerosos riesgos para la salud de los alimentos GM, que serán desarrollados en su próximo libro "Genetic Roulette: The documented health risks of genettically engineered foods" ("Ruleta genética: riesgos documentados de los alimentos genéticamente manipulados sobre la salud"), de inminente aparición.
REFERENCIAS:
(1) Liberty Link es marca registrada de Bayer CropScience.
(2) Ver aquí.
(3) Roundup es marca registrada de Monsanto.
(4) BENBROOK, Charles, "Genetically Engineered Crops and Pesticide Use in the United States: The First Nine Years", octubre de 2004. Ver aquí.
(5) COLANDUONI, J.A. y VILLAFRANCA, J.J. (1986). “Inhibition of Escherichia coli glutamine-synthetase by phosphinothricin”. Bioorganic Chemistry 14(2): págs.163-169, y PLINE, W. A., LACY, G.H., STROMBERG, V., HASTIOS, K.K (2001). “Antibacterial activity of the herbicide glufosinate on Pseudomonas syringae pathovar glycinea”. Pesticide Biochemistry And Physiology 71(1): págs. 48-55.
(6) LIU, C.A.; ZHONG, H.; VARGAS, J.; PENDER, D.; STICKLEN, M. (1998). “Prevention of fungal diseases in transgenic, bialaphos- and glufosinate-resistant creeping bentgrass (Agrostis palustrls)”. Weed Science 46(1): págs.139-146, y TADA, T., KANZAKI, H., NORITA, E., UCHIMIYA, H., NAKAMURA, I. (1998). “Decreased symptoms of rice blast disease on leaves of bar-expressing transgenic rice plants following treatment with bialaphos”. Molecular Plant-Microbe Interactions 9(8): págs.762-764.
(7) Ahn Y -J, Kim Y -J and Yoo J-K (2001). “Toxicity of the herbicide glufosinate-ammonium to predatory insects and mites of Tetranychus urticae (Acari: Tetranychidae)
under laboratory conditions”. Journal Of Economic Entomology 94(1): págs 157-161.
(8) WATANABE, T. y SANO, T. (1998). “Neurological effects of glufosinate poisoning with a brief review”. Human & Experimental Toxicology 17(1): págs. 35-39.
(9) BREMMER, I.N. y LEIST K.H. (1997). “Disodium-N-acetyl-L-glufosinate; AE F099730 - Hazard evaluation of Lglufosinate produced intestinally from N-acetyl-L-glufosinate”. Hoechst Schering AgrEvo GmbH, Safety Evaluation, Frankfurt. TOX97/014. A58659. Inédito (ver publicación de la FAO aquí).
(10) KELLNER H.M.; STUMPF K. y BRAUN R. (1993). “Hoe 099730-14C Pharmacokinetics in rats following single oral and intravenous administration of 3 mg/kg body”. Hoechst RCL, Alemania, 01-L42­0670-93. A49978. Inédito.
(11) HUANG, M.N. y SMITH, S.M. 1995b. “Metabolism of [14C]-N-acetyl glufosinate in a lactating goat”. AgrEvo USA Co.Pikeville, PTRL East Inc., USA. Project 502BK. Study U012A/A524. Report A54155. Inédito. Ver aquí.
(12) En un estudio, por ejemplo, la proteína producida de un gen encontrado en E. coli convirtió al NAG en glufosinato. G. KRIETE, G. y otros, “Male sterility in transgenic tobacco plants induced by tapetum-specific deacetylation of the externally applied non-toxic compound N-acetyl-L-phosphinothricin”, Plant Journal, 1996, Vol.9, Nº.6, págs. 809 - 818.
(13) BREMMER, I.N. y LEIST K.H. (1998). “Disodium-N-acetyl-L-glufosinate (AE F099730, substance technical) - Toxicity and metabolism studies summary and evaluation”. Hoechst Schering AgrEvo, Frankfurt. TOX98/027. A67420. Inédito. (ver publicación de la FAO aquí).
(14) HUANG, M.N. y SMITH, S.M., 1995b. “Metabolism of [14C]-N-acetyl glufosinate in a lactating goat”. AgrEvo USA Co.Pikeville, PTRL East Inc., USA. Project 502BK. Study U012A/A524. Report A54155. Inédito. Ver aquí.
(15) STEINBRECHER, Ricarda A., “Risks associated with ingestion of Chardon LL maize, The reversal of N-acetyl-L- glufosinate to the active herbicide L-glufosinate in the gut of animals”, Chardon LL Hearing, mayo de 2002, Londres. (Nota: Este trabajo es un excelente resumen de los riesgos asociados con la conversión del NAG dentro del intestino.)
(16) FUJII, T., “Transgenerational effects of maternal exposure to chemicals on the functional development of the brain in the offspring”. Cancer Causes and Control, 1997, Vol. 8, Nº 3, Págs. 524-528.
(17) TAKAHASHI, H. y otros, "A Case of Transient Diabetes Isipidus Associated with Poisoning by a Herbicide Containing Glufosinate." Clinical Toxicology 38(2), 2000, págs.153-156.
(18) FIALKA Ohn J., “EPA Scientists Pressured to Allow Continued Use of Dangerous Pesticidas”, Wall Street Journal Page A4, 25 de mayo de 2006, aquí.
(19) “EPA SCIENTISTS PROTEST PENDING PESTICIDE APPROVALS; Unacceptable Risk to Children and Political Pressure on Scientists Decried”, Comunicado de Prensa, Public Employees for Environmental Responsibility, 25 de mayo de 2006, aquí.
(20) “EPA SCIENTISTS PROTEST PENDING PESTICIDE APPROVALS; Unacceptable Risk to Children and Political Pressure on Scientists Decried”, Comunicado de prensa, Public Employees for Environmental Responsibility. mayo 25, 2006, aquí.
(21) “Bayer's GE Crop Herbicide, Glufosinate, Causes Brain Damage”, The Japan Times, diciembre 7, 2004.
(22) WATANABE, T. e IWASE, T., “Development and dymorphogenic effects of glufosinate ammonium on mouse embryos in culture”. Teratogenesis carcinogenesis and mutagenesis, 1996, Vol. 16, Nº. 6, págs. 287-299.
(23) WATANABE, T., “Apoptosis induced by glufosinate ammonium in the neuroepithelium of developing mouse embryos in culture”. Neuroscientific Letters, 1997, Vol. 222, Nº 1, Págs.17-20, como citado en “Glufosinate ammonium fact sheet”, Pesticides News No.42, diciembre, 1998, págs. 20-21.
(24) FUJII, T., “Transgenerational effects of maternal exposure to chemicals on the functional development of the brain in the offspring”. Cancer Causes and Control, 1997,Vol. 8, No. 3, págs. 524-528.
(25) FUJII, T.: OHATA, T.; HORINAKA, M., “Alternations in the response to kainic acid in rats exposed to glufosinate-ammonium, a herbicide, during infantile period”. Proc. Of the Japan Acad. Series B-Physical and Biological Sciences, 1996, Vol. 72, No. 1, págs.. 7-10.
(26) “Bayer's GE Crop Herbicide, Glufosinate, Causes Brain Damage”, The Japan Times, diciembre 7, 2004.
(27) STEINBRECHER, Ricarda A., “Risks associated with ingestion of Chardon LL maize, The reversal of N-acetyl-L- glufosinate to the active herbicide L-glufosinate in the gut of animals”, Chardon LL Hearing, mayo de 2002, Londres. (Nota: Este trabajo es un excelente resumen de los riesgos asociados con la conversión de NAG dentro del intestino.)
(28) BARNETT, Antony, “New Research Shows Genetically Modified Genes Are Jumping Species Barrier”, London Observer, mayo 28, 2000.
(29) NETHERWOOD y otros, “Assessing the survival of transgenic plant DNA in the human gastrointestinal tract”, Nature Biotechnology, Vol. 22, número 2, febrero de 2004.
(30) WELSHOMS, Wade V. y otros, “Large Effects from Small Exposures”. I. Mechanisms for Endocrine-Disrupting Chemicals with Estrogenic Activity, Tabla 2, Environmental Health Perspectives, Volumen 111, Número 8, junio de 2003.
(31) “Glufosinate Ammonium; Pesticide Tolerante”, Environmental Protection Agency, Federal Register: 29 de setiembre de 2003 (Volumen 68, Número 188), 40 CFR Part 180, ACTION: Final rule, aquí.
(32) LEESON, S., “The effect of Glufosinate Resistant Corn on Growth of Male Broiler Chickens”, por el Departamento de Ciencia Animal y de Aves de Corral, Universidad de Guelph. Informe No. A56379; 12 de julio, 1996.
(33) Mae-Wan Ho, Exposed: More Shoddy Science in GM Maize Approval, comunicado de prensa de ISIS del 13/03/04, aquí.
(34) Testimonios de Steve Kestin y Toby Knowles, Departamento de Ciencia Clínica Veterinaria, Universidad de Bristol en representación de “Amigos de la Tierra” (Friends of the Earth), ante las Audiencias Chardon LL de la Comisión Asesora sobre Liberaciones al Medioambiente (Advisory Committee on Releases to the Environment), noviembre de 2000.
(35) Testimonios de Steve Kestin y Toby Knowles, Departamento de Ciencia Clínica Veterinaria, Universidad de Bristol en representación de “Amigos de la Tierra”, ante las Audiencias Chardon LL de la Comisión Asesora sobre Liberaciones al Medioambiente, noviembre de 2000.
Spilling the Beans es una columna mensual disponible en www.responsibletechnology.org
Traducido por Gladys Guiñez, para Acción por la Biodiversidad


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AGROPOLIO

Un puñado de corporaciones controlan la producción mundial de alimentos

Fuente e informe completo en inglés, con ilustraciones:

http://www.econexus.info/sites/econexus/files/Agropoly_Econexus_BerneDeclaration_wide-format.pdf

EcoNexus

BD
Berne Declaration

Introducción

Batalla de gigantes

La población mundial y el consumo alimenticio están creciendo. ¿Significa esto que el número de empresas involucradas en el sector alimenticio está creciendo también? La verdad es lo opuesto: grandes compañías compran a compañías más pequeñas y así aumentan su porción del mercado y su poder. Entonces, las compañías pueden dictar precios, términos y condiciones, y cada vez más, pueden dictar el marco de trabajo político. Mucho de lo que consumimos en el Norte es producido más económicamente en el Sur Global. Las ganancias son para sólo algunos, principalmente para compañías del Norte. Los grandes perdedores son los trabajadores agrícolas y pequeños agricultores del Sur, ya que son el eslabón más débil en la “cadena de valor”. No hay otro sector de la población en el que el hambre esté tan extendida. Más y más ecosistemas están siendo degradados y destruidos.

Este documento muestra en breve cómo la industrialización y la concentración en el sector global de alimentos debilita a los sistemas  sustentables de alimentos y la soberanía alimentaria. La agricultura sustentable se basa en agricultura de diversidad de pequeña escala y producción local y regional.

Gran concentración en unos años: en 1996, las diez compañías semilleras más grandes del mundo tenían una participación del mercado de menos del 30%. Hoy, las tres más grandes controlan más del 50% del mercado. A menudo, las semillas se vuelven más caras con menos variedades disponibles. Los tres líderes del mercado en semillas también son los principales productores de pesticidas.

Los poderosos controlan la cadena:  los granjeros son presionados por las corporaciones; les pagan bajos precios por sus productos como soja, trigo, y maíz, y ellos pagan altos precios por semillas, pesticidas, energía, fertilizantes y alimento para animales. Los precios record de alimentos en el año 2008 tuvieron como resultado grandes ganancias para las corporaciones y no para los agricultores que tuvieron que correr con todos los riesgos.

¿Quién gana? Los acuicultores vietnameses producen peces Pangasius, por los cuales, los consumidores del Norte pagan alrededor de USD10 por kilo. El piscicultor recibe USD1. Luego de deducir los costos de producción, su ingreso es de diez centavos por kilo. Y el acuicultor corre con todo el riesgo de la acuicultura como enfermedades de los peces y problemas climáticos; muchos también tienen deudas con las compañías acuicultoras.

Controlando la cadena: además de la integración horizontal, donde una compañía controla una gran porción del mercado, las estrategias corporativas apuntan a la integración vertical mediante el procesamiento de los productos y producir insumos. Esto no se trata de distribuir riesgos comerciales a lo largo de varios sectores, sino de controlar la cadena de valores y acceder a materias primas baratas.

Cadenas de valor en lugar de circulación de nutrientes y energía: lo que antes se producía en la granja como parte de una economía circular –semillas, animales jóvenes, alimentos, fertilizantes- es hoy una “cadena de valor” global industrial para alimentos y agrocombustibles, con consecuencias negativas para el suelo, el agua, el clima, la protección de animales y la salud.

        Hacer lobby en lugar de competición: la influencia de las corporaciones alimenticias en la política y en el público está creciendo. Miles de lobistas[i] promueven intereses corporativos. Los lobistas corporativos a menudo también trabajan en instituciones del gobierno. A menudo hacen lobby exitosamente a favor de intereses corporativos en temas relacionados con estándares de alimentos, aprobación de pesticidas, semillas modificadas genéticamente, acuerdos de comercio, o el cronograma de investigación pública.

El comercio mundial domina los precios: el 85% de toda la comida es consumida cerca de donde se produce. Sin embargo, el comercio global tiene una influencia desproporcionada en los precios. En el mercado de valores, lotes de soja o de maíz pueden ser comerciados especulativamente varias veces, incrementando así el precio volátilmente.


Alimento para animales

Las 10 más grandes productores de alimentos para animales controlan por volumen 16% del mercado mundial. Los gigantes alimenticios están integrados verticalmente. Cargill, por ejemplo, es el comprador más grande del mundo de materias primas agrícolas y Charoen Pokphand es el productor más grande de carne y camarones. Por ende controlan grandes partes de la cadena de valor. Es más, desarrollan y controlan mercados para alimentos especializados. Por ejemplo, 90% del alimento de salmón es producido por sólo tres compañías: Skretting (pertenece a la productora de alimentos más grande de Europa, Nutreco); EWOS (propiedad de Cermaq), y BioMar. Los productores de alimentos pasan los aumentos en los precios a los productores de salmón por medio de contratos.


El líder de mercado Charoen Pokphand (Grupo CP) fue fundado en Bangkok en 1921 como una tienda de semillas vegetales. En 1956, se agregó un molino de alimentos, y en 1970, se contrató agricultores para engorde de pollos y exportación a Japón.


Siguieron engorde de cerdos, producción de camarones, supermercados, cadenas de comida rápida y estaciones de servicio. Hoy, el grupo CP es la compañía alimenticia más grande de Asia y el productor más grande del mundo de alimento para animales. La facturación total del Grupo CP asciende a USD5 billones (2009). Treinta años atrás, la compañía fue el primer inversor extranjero en China y hoy tiene 130 molinos de alimento para animales, lo que representa una porción del mercado del 20%; y grandes establecimientos para engorde y procesamiento de pollos, restaurantes de comida rápida, centros comerciales, fábricas de motocicletas. En las cadenas de valor de camarones, pollo y carne de cerdo, el Grupo CP lidera el mercado en casi todos los países asiáticos.


Problemas

Producir un kilogramo de carne requiere en promedio tres kilos de granos y soja. Estos recursos podrían alimentar 3,5 billones de personas más, según las NU.

Pero el creciente consumo de productos animales industriales requiere incluso más alimento para animales producido industrialmente. Más del 90% de la producción global de soja está destinado a la alimentación de animales; con el maíz es dos tercios. Ahora la soja se utiliza cada vez más en la acuicultura. La producción de alimento para animales ocupa un tercio de la superficie agrícola de la Tierra y utiliza agroquímicos. El cultivo de brotes de soja está relacionado con la destrucción de bosques, especialmente en América del Sur.

Dos tercios de las emisiones de óxido nitroso, que permanecen más de 100 años en la atmósfera y que son particularmente dañinas para el clima, se originan en la agricultura de ganadería industrializada basada en alimentación para animales concentrada, mientras que el metano que es menos dañino, se descompone luego de ocho años. En contraste, con el pastoreo sano para con el medioambiente, el CO2 se mantiene en el suelo y casi no se produce óxido nitroso.

Cría de ganado

Con el desarrollo de la biotecnología y la privatización de las instituciones públicas de cría, ha emergido una nueva industria que ya no describe su trabajo como “cría de ganado” o “cría de cerdos”, sino como “genética ganadera”.

Luego de que la corporación semillera estadounidense Pioneer desarrollara el maíz híbrido, también desarrolló el pollo híbrido que crece más y más rápidamente. Por lo tanto, la cría normal ya no pudo competir y la cría de pollo, ya muy altamente concentrada, se volvió aún más concentrada.

Entre 1989 y 2006, el número de proveedores mundiales de genética avícola en el sector de pollo para consumo, se redujo de once a cuatro compañías; en el sector de gallinas ponedoras, se redujo de diez a tres compañías. Sólo tres compañías proveen al mercado mundial de genética de pavos, y en el mundo, sólo dos compañías crían los patitos y pollitos de un día de vida que son enviados por avión empaquetados en cartones a compañías de engorde y productoras de huevos.

Problemas

Las líneas de ganado, cerdos y aves de corral son criadas especialmente para alimento concentrado y producción industrial de animales de granja. Sin el alimento concentrado y medicamentos no pueden alcanzar el incremento de peso, producción de leche o huevos esperados. Esta cría para alto rendimiento frecuentemente involucra crueldad animal ya que las piernas de los animales a menudo se deforman debido a la falta de ejercicio; el crecimiento óseo no alcanza al crecimiento muscular y la ubre se inflama crónicamente. Una gran proporción de aves y cerdos muere antes del día de su matanza. Las vacas deben ser “reemplazadas” luego de sólo tener dos o tres terneros.

La industrialización y globalización de la producción animal ha incrementado drásticamente las enfermedades de los animales: las epidemias entre los animales cuestan alrededor del 17% de la facturación de la industria animal, mientras que los costos en los países en vías de desarrollo se estiman  en 35 a 50% de la ganancia. El Banco Mundial calculó los costos de la gripe aviar en USD1,25 trillones en el mundo entero, lo cual corresponde a un 3,1% del PBI global. El brote de SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo) en 2002/2003 en China, Hong Kong, Singapur, y Canadá costó entre USD30 y 50 billones. Por miedo a infecciones, las empresas de producción industrial de animales de granja tienen establecimientos de alta seguridad. Pero “la Bioseguridad” no es segura. En Alemania, un tercio de los antibióticos vendidos son utilizados en la producción animal, en China esta cifra se eleva a la mitad. En los Estados Unidos, donde el uso de antibióticos para acelerar el crecimiento está permitido, se utilizan ocho veces más antibióticos en los establecimientos de producción industrial de animales de granja que en hospitales. Las consecuencias son bacterias aún más resistentes a los antibióticos y un aumento en el número de personas cuyas infecciones ya no pueden curarse con antibióticos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que esta es una de las amenazas más serias para la salud humana. Las fluoroquinolonas, entre los antibióticos más utilizados, han sido por lo tanto prohibidos de la producción avícola en los EEUU. Sin embargo, su productor Bayer, aumentó las ventas globales de “Baytril” en un 11% en el año 2010.


La pirámide de la industria de engorde de cerdos

La producción industrial se divide en varias etapas. El criador entrega cerdas jóvenes y el semen de cerdos híbridos (“terminales”) a la granja multiplicadora. Estos “sistemas cerrados” evitan más multiplicación por parte de la granja multiplicadora e incluyen etiquetas para las orejas, que almacenan la información del desempeño del animal y permanecen como propiedad del criador. La granja multiplicadora vende los lechones a la granja de engorde. El engorde es a menudo una producción basada en un contrato para las compañías de procesamiento. Cada vez más a menudo, los veterinarios independientes son reemplazados por veterinarios internos.


Genus

Líder de mercado. Las pocas compañías que quedan de genética avícola están dirigidas por familias y no publican cifras comerciales. En 2005, la criadora de cerdos y de ganado más grandes del mundo se fusionaron para formar Genus plc (Reino Unido). En el año 2010, la compañía alcanzó una facturación de medio billón de dólares. Genus tiene una cantidad substancial de acciones de mercado en casi todos los países industriales e incrementa sus ganancias a través de un modelo de licencias. Por lo tanto, Genus generó un crecimiento del 13% en ganancias mientras que muchos de sus clientes tuvieron pérdidas durante las crisis de 2008/2009. La base de la ganancia es la crianza híbrida de cerdos. Las granjas multiplicadoras tienen que comprar animales de los criadores constantemente. La corporación no vende animales de la cepa pura de crianza que se cruza para producir los híbridos.


Genética Ganadera

Diversidad perdida

Con la concentración de las compañías de cría, el número de líneas de cría en el mercado se reduce drásticamente y los animales son cada vez más similares genéticamente. Un solo gallo reproductor puede tener hasta 28 millones de descendientes, un toro reproductor hasta 1 millón. Respecto de ganado y cerdos, los genes de muchos millones de animales tienen una “población de tamaño efectivo”, como dicen los genetistas, de menos de 100 animales. La cifra correspondiente para aves de corral es información comercial confidencial retenida por las cuatro criadoras de pollo restantes. Hay disponibles sólo dos docenas de líneas de crianza. La mayoría de la diversidad genética se ha perdido irremediablemente.


Semillas

¿Quién es dueño de quién en el mercado de semillas?

El siguiente diragrama documenta la fuerte consolidación del mercado de semillas entre 1996 y 2008 así como también los numerosos vínculos entre las compañías dominantes. Las compañías más exitosas han adquirido o invertido en más de 200 otras compañías durante este periódo.


Semillas

El mercado global comercial de semillas está creciendo rápidamente y se ha vuelto altamente concentrado durante los últimos veinte años. La producción global está ahora dominada por un puñado de compañías.  Este oligopolio es el resultado de incontables fusiones e incorporaciones (ver diagrama). Para la remolacha azucarera, la porción de mercado de los tres productores de semillas más grandes es de 90%, para el maíz de 57% y para soja de 55%. Otro factor que da que pensar es que los top 3 también son todos líderes en el mercado de pesticidas, con un interés obvio en promover el uso de sus pesticidas. Los agricultores son forzados a comprar semillas cada año debido al incremento de semillas híbridas que no se reproducen confiablemente y que por lo tanto no vale la pena guardar para la próxima temporada de plantación, y debido a los derechos de propiedad intelectual sobre las semillas que prohíben guardarlas e intercambiarlas entre los agricultores. En Tanzania, el 90% de las semillas aún son producidas por los agricultores, mientras que en Suiza esta cifra se reduce a menos del 10%. En Europa, cinco compañías (Monsanto, Dupont, Syngenta, BASF y Bayer) son dueños de la mitad de las patentes sobre las plantas. En mayo de 2012, Pioneer Hi-Bred obtuvo permiso para adquirir la última gran compañía semillera independiente de Sudáfrica, Pannar seed. Al hacer esto, Pioneer ganó control del germoplasma localmente adaptado que fue desarrollado por pequeños agricultores durante siglos.


Pérdida de diversidad de variedades

En las Filipinas, se cultivaban más de 3.000 variedades de arroz antes de la Revolución Verde que ocurrió durante los años 60. Veinte años después había sólo dos variedades de arroz en el 98% de la superficie total cultivada Filipina.  La erosión mundial de diversidad es masiva. Se calcula que un 75% de todas las variedades de plantas de cultivo fueron perdidas irremediablemente en el siglo veinte.


Problemas

La Evaluación Internacional de Conocimiento Agrícola, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (EICACTD) identificó los siguientes problemas que surgen de la concentración:

-La concentración en un puñado de proveedores lleva a la concentración en investigación y al desarrollo de sólo algunas variedades de semillas.

-La concentración impide que nuevas compañías ingresen al mercado.

-El efecto anti-competitivo puede llevar a un aumento masivo en el precio de las semillas. Por ejemplo, los precios de las semillas de algodón han aumentado tres o cuatro veces desde que el algodón genéticamente modificado (GM) se introdujo a EEUU y también hubo un incremento substancial de los precios en los países en vías de desarrollo.


Monsanto

Imaginen

El líder de mercado Monsanto fue fundado en EEUU en 1901. Su primer producto fue el edulcorante artificial sacarina. La empresa luego se convirtió en uno de los productores de químicos más grandes de los Estados Unidos y comenzó la producción de pesticidas luego de la Segunda Guerra Mundial. El herbicida contaminado con dioxina de Monsanto, el Agente Naranja, causó millones de casos de envenenamiento cuando fue utilizado por las tropas de los Estados Unidos como defoliante durante la Guerra de Vietnam. En 1976 Monsanto lanzó el herbicida glifosato, que rápidamente se convirtió en la fuente más importante de ganancias de la compañía y el herbicida más vendido del mundo.

Monsanto comenzó su producción de semillas en los años 80 y desarrolló soja genéticamente modificada que tolera el propio herbicida de Monsanto, Roundup (glifosato). Hoy, Monsanto controla el 90% del mercado de semillas GM. En sólo algunos años, incontables adquisiciones (ver diagrama) hicieron que Monsanto fuera el mayor productor de semillas del mundo. A través de la adquisición de Seminis, el productor más grande del mundo de semillas vegetales  por USD1,4 billones en 2005, Monsanto también se convirtió en el líder del mercado global para semillas vegetales.


Fertilizantes

Entre 1996 y 2008, el mercado de fertilizantes creció en un 31% debido a la creciente producción de alimentos para animales y agrocombustibles. El top 10 de la industria de fertilizantes tuvo una porción del mercado de aproximadamente 55% en 2009. Sin embargo, grandes adquisiciones y reorganizaciones ocurrieron luego del descenso en ventas durante la crisis bancaria de 2008 y la recuperación subsiguiente. En 2010, se aplicaron alrededor de 100 millones de toneladas de nitrógeno, 39 millones de toneladas de fosfato y casi 30 millones de toneladas de potasio. Sin embargo, el uso de cultivos de leguminosas podría reemplazar los fertilizantes de nitrógeno sintético actualmente en uso en el mundo en vías de desarrollo.


Vida marina destruida debido al sobreuso de fertilizante.

En 2008, el diario “Science” informó que en todo el mundo casi 400 regiones costeras, que cubrían una superficie del tamaño del Reino Unido, estaban muertas debido al escorrentía de fertilizantes y a la deficiencia de oxígeno.

YARA

El líder de mercado Yara es el productor y comercializador de fertilizantes más grande del mundo. También produce CO2 y productos de nitrógeno para la industria de explosivos. Yara opera en 50 países, tiene casi 7600 empleados y declaró ganancias de USD10,8 billones en el año 2009. Su sede se encuentra en Oslo; el estado noruego es su principal accionista. Entre el año 2006 y el año 2009, Yara compró otras siete compañías. Yara también promueve el desarrollo de la agricultura industrial intensiva-química en África.


Problemas

-El fosfato se vuelve escaso: mientras que en el pasado los fosfatos se devolvían a los campos a través de los excrementos animales (y humanos), en la actualidad se utiliza en su mayoría fertilizantes químicos. Esto significa que los depósitos globales de fosfato están siendo fuertemente explotados y que durarán sólo algunas décadas.

-Los fertilizantes dañan los ecosistemas:  sólo una pequeña parte del nitrógeno proveniente de los fertilizantes artificiales llega a las plantas – la mayor parte contamina el suelo y el agua. Pero muchas especies de plantas no toleran la sobre fertilización y por lo tanto desaparecen de los ecosistemas. Los cuerpos de agua sobre fertilizados también escasean en oxígeno, necesario para muchos organismos acuáticos.

-Los fertilizantes dañan el clima: los animales ingieren nitrógeno como proteínas en su dieta pero lo utilizan muy pobremente y excretan la mayor parte del nitrógeno. Es emitido a la atmósfera principalmente en la forma de óxido nitroso que es descompuesto muy lentamente y es altamente dañino para el clima. La agricultura excesiva de ganado fue posible sólo a través de fertilizantes químicos. Su producción constituye actualmente el 2% del consumo mundial de petróleo.

-Los políticos dicen poco acerca de los fertilizantes artificiales como problema climático porque muchos piensan que sin ellos habría más gente con hambre. Sin embargo, la población mundial de 9 billones de personas proyectada para el año 2050 podría ser alimentada si se consumiera menos carne. El consumo excesivo de carne y agrocombustibles son las principales nuevas causas del hambre, además de la pobreza.


Pesticidas

Las compañías agroquímicas han moldeado la agricultura industrial durante décadas. Debido a que las pestes desarrollan resistencia a los químicos, es necesario desarrollar nuevos pesticidas continuamente o es necesario aplicar varios pesticidas en diferentes combinaciones. Las corporaciones desatienden métodos ecológicos en su investigación o incluso los fuerzan fuera del mercado. Con su entrada en la industria de las semillas, los gigantes químicos comenzaron a producir semillas que dependían de químicos: diseñadas genéticamente para tolerar pesticidas (aquí herbicidas), o variedades de alto ingreso dependientes tanto de fertilizantes como de pesticidas –asegurando así continuidad de ventas. Las diez productoras más grandes controlan 95% del mercado. Los líderes de mercado Syngenta, Bayer, y BASF distribuyen cada una más de 50 ingredientes activos que están clasificados como altamente peligrosos.



Syngenta

El líder de mercado Syngenta se estableció en el año 2000 mediante la fusión de las secciones de agronegocios de Novartis (CH) y Astra-Zeneca (UK/S). Con su sede en Basilea, Syngenta es la compañía de agroquímicos más grande del mundo. Emplea a más de 26.000 personas en 90 países. En el año 2011, alcanzó una facturación de USD13,3 billones, de los cuales un 77% provino de la venta de pesticidas. La historia de Syngenta y de sus predecesoras (Ciba-Geigy, Sandoz, Novartis, ICI, Zeneca) está llena de escándalos de toxicidad. Geigy introdujo el DDT al mercado en 1942. El producto cancerígeno y disruptor de hormonas fue un gran éxito como insecticida pero ha causado incontables víctimas.

Incluso hoy, este contaminante persistente puede ser detectado en la sangre de mucha gente. A principios de los años 80s EvB (Declaración Berne) hizo campaña en contra del clordimeformo, el pesticida cancerígeno de Ciba-Geigy. Los niños que trabajaban en los campos de Egipto fueron fumigados con este producto. El Clordimeformo fue prohibido en el año 1988. Syngenta también vende el herbicida paraquat. Mientras el producto fue prohibido mucho tiempo atrás en Estados Unidos y Suiza, es responsable de la mayoría de los envenenamientos y muchos suicidios entre los trabajadores agrícolas de países como Costa Rica o Burkina Faso. Los sindicatos y las ONGs han reclamado desde el año 2002 que se elimine gradualmente.


Problemas

Millones de agricultores y trabajadores agrícolas son envenenados con pesticidas cada año –alrededor de 40.000 de ellos, fatalmente. El número de casos sin informar es alto, y a menudo no hay atención médica. El envenenamiento principalmente ocurre en países en vías de desarrollo donde los usuarios de pesticidas no pueden protegerse adecuadamente, y donde se venden productos que han sido prohibidos en el Norte hace muchos años.

Además de casos de envenenamiento agudos, también existen impactos de largo plazo. Muchos pesticidas son disruptores endócrinos, cancerígenos, o se acumulan en el tejido graso.

Es más, los pesticidas son el método de suicidio más ampliamente extendido. Cada año, 370.000 personas se suicidan utilizando pesticidas –especialmente en las áreas rurales de países en vías de desarrollo, a menudo a causa del endeudamiento que sigue a la compra de insumos agrícolas.

Los pesticidas también tienen tremendos impactos adversos en el medioambiente. Las muertes actuales de las abejas son un ejemplo. Pero las aves, mamíferos y suelos son también afectados. Los fertilizantes y los pesticidas contribuyen fuertemente a la erosión y vaciamiento mundial de suelos: los organismos del suelo que acumulan humus o materia orgánica y estructura de suelo son diezmados por los químicos.

Los pesticidas sin utilizar o desechados inadecuadamente también causan problemas. Se han acumulado alrededor de 200.000 toneladas de residuos de pesticidas durante los últimos treinta años en todo el mundo.

En el año 2011 el Tribunal de Pueblos Permanentes, que viene atrayendo la atención hacia violaciones de derechos humanos desde el año 1979, hizo responsable a los seis productores de pesticidas más grandes por la violación masiva y sistemática de derechos humanos. El Tribunal también acusa a Suiza, Alemania y Estados Unidos de no regular adecuadamente el poder de las corporaciones pesticidas.


Producción de alimentos

La mitad de la población mundial vive en áreas rurales. Generan más de la mitad de su ingreso a partir de la agricultura. 85% de las 450 millones de granjas del mundo son de pequeña escala. Éstas producen alrededor de la mitad de toda nuestra comida.

Unos 450 millones de trabajadores trabajan en plantaciones y granjas industriales. Cada vez más, las grandes granjas son propiedad de bancos u otras grandes compañías, que proveen créditos a granjeros para la compra de semillas, agroquímicos, animales jóvenes y alimentos.

Con los precios agrícolas en alza, el interés de los inversores crece rápidamente. Cada año, una superficie del tamaño de Francia se vende o se alquila a inversores extranjeros. Este manejo de tierra afecta particularmente a África.


Los principales productores

La Via Campesina es el movimiento internacional más grande de campesinos, agricultores de pequeña y media escala, gente sin tierras, mujeres granjeras, pueblos indígenas, trabajadores golondrina y trabajadores agrícolas. Las 148 organizaciones que son miembro, con casi 200 millones de miembros vienen de 69 países. Sus metas comunes son justicia social, soberanía alimentaria, agricultura sostenible de pequeña escala, y conservación de la naturaleza y del medioambiente, especialmente de la tierra, agua y semillas. Según el periódico del Reino Unido “The Guardian”, su Coordinador General Henry Saragih es una de las 50 personas que podría salvar al planeta.

Más información en www.viacampesina.org

Estados Unidos es el productor de maíz y soja más grande del mundo, la UE, es el productor más grande de trigo, y China de arroz. El maíz se ha convertido ahora en el producto agrícola más importante, antes que el trigo y el arroz. En los Estados Unidos, más de un tercio de la producción de maíz se utiliza para la producción de etanol como agrocombustible. Alrededor del 2% de los suministros globales de combustibles vienen de maíz, caña de azúcar y aceite de palma.

Fuente: USDA temporada 2009/10


Problemas

132 millones o 70% de todos los niños que trabajan en el mundo, trabajan en la agricultura. La aplicación de pesticidas y tener que llevar cargas pesadas ponen su salud en peligro.

En Sudamérica, 14 millones de personas son expuestas a los efectos adversos de la agricultura de plantación, especialmente los brotes de soja. Las familias granjeras de pequeña escala a menudo son echadas violentamente de sus tierras. Frecuentemente son expuestas a la aplicación con spray de pesticidas y las consecuencias son enfermedades y defectos de nacimiento. Las plantaciones de aceite de palma en Indonesia desplazan a agricultores de pequeña escala, así como las plantaciones de agrocombustibles lo hacen en otras regiones como África o Sudamérica. A menudo las familias de agricultores de pequeña escala no pueden hacer cumplir el reconocimiento de sus derechos de tierra contra inversores poderosos.

Demanda desde el extranjero: la UE ha establecido un objetivo de agrocombustible del 10% para el año 2020 para combustibles de transporte de todos los miembros de la UE. Unos 40 países de todo el mundo han establecido ahora objetivos similares para el año 2020. Muchos países también están dirigiéndose a la biomasa para la producción eléctrica.

Un elemento esencial de la cadena de valor es el cultivo por contrato en el cual los agricultores producen a crédito y entonces venden la producción a corporaciones por adelantado a un precio establecido por la corporación. El cultivo por contrato a menudo dicta los métodos de producción, reemplazando así los métodos tradicionales de cultivo. Sin embargo, existe poca información disponible acerca del cultivo por contrato ya que los productores están obligados a mantener el contenido de los contratos secreto.

Comercio de granos y soja

Cuatro comercializadores de granos y soja –Archer Daniels Midland, Bunge, Cargill y Dreyfuss- controlan aproximadamente el 75% del mercado mundial. En 2004, compraron 75% de la cosecha de maíz, 62% de la de trigo, y 80% de la de soja; en muchas regiones hay un solo comercializador.

A través de empresas conjuntas (por ejemplo Cargill con Monsanto, Bunge con DuPont) las corporaciones comercializadoras extienden su alcance sobre la cadena de valor a los sectores de semillas y pesticidas.

El crecimiento de la producción global de carne suministra enormes ganancias al comercio de soja y granos. Las compras masivas de China de soja y maíz y las sequías en Rusia y Argentina causaron fluctuaciones de precios de las cuales los gigantes comercializadores se beneficiaron. En la segunda mitad del 2010, el valor de las acciones de Bunge aumentó en un 30%. Los objetivos de agrocombustibles en la UE, EEUU y otras regiones expanden aún más sus oportunidades de comercializar.



Problemas

Campesinos hambrientos y niños en trabajo forzado: los mayores compradores de insumos agrícolas son responsables del hambre entre muchos pequeños agricultores. Éstos son forzados fuera del mercado sobretodo por las políticas de precios de las corporaciones. Por ejemplo, muchos agricultores brasileros están endeudados con Bunge; Bunge entonces tiene derecho sobre sus cosechas y su tierra.

El Reportero Especial de las NU sobre el Derecho a la Comida, Olivier de Schutter, denuncia la presión de los precios: bajos precios de producción llevan a condiciones sociales deterioradas. Llama a los estados a que prevengan las prácticas injustas de las compañías comercializadoras y a eliminar los desequilibrios de los mercados.


Cargill

1. Cargill es el comercializador de granos más grande del mundo y controla grandes partes de la exportación de granos de Norte y Sudamérica, incluso las compañías de almacenamiento y transporte correspondiente así como los establecimientos portuarios. Cargill provee a los productores de alimentos y vendedores con productos intermedios y finales para el sector de alimentos y energía. La subsidiaria suiza Cargill International en Ginebra es la sexta compañía más grande de Suiza. Contribuye un quinto de las ventas de todo el grupo. También comercializa bonos de carbono de los cuales se benefician los establecimientos de engorde de cerdos. Se considera que uno de ellos, en México, fue el originario de la gripe porcina en el año 2009.


ADM

2. Archer Daniels Midland Company (ADM). ADM opera más de 270 sitios de producción con 27.000 empleados en más de 60 países. Granos y semillas oleaginosas son procesadas a productos intermedios para alimentos, bebidas, productos industriales y alimento para animales. ADM es uno de los productores más grandes de brotes de soja molida, aceite de soja, aceite de palma, etanol, jarabe de fructosa y harinas para hornear.


BUNGE

3. Bunge es el comercializador de soja más grande del mundo: también comercializa granos, y fertilizantes. Recientemente se convirtió en el mayor comprador de caña de azúcar y productor de etanol en Brasil. En algunos países como Vietnam, Bunge es el único procesador de soja.


LouiseDreyfus

4. LouiseDreyfus es el comercializador de algodón y arroz más grande del mundo, y el segundo en el procesamiento de azúcar y comercialización de agrocombustible. Es el tercer comercializador de trigo, maíz, azúcar y jugo de naranja. Es el quinto comercializador de semillas oleaginosas. Es más, comercializa en transporte, metales, productos financieros, gas natural, carbón, petroquímicos energía y bienes raíces.


Ginebra, la capital mundial de comercialización agrícola, un tercio del comercio mundial con granos y oleaginosas ocurre a través de las secciones  Ginebrinas de compañías internacionales como Cargill International, Bunge Europe o Dreyfus Commodities. Cada vez más, estas compañías comercializadoras se involucran también en transacciones especulativas.



Procesamiento de comida

La porción de mercado de los diez principales procesadores de comida llegó a 28% del volumen total en 2009. Con ganancias que van del 15 al 20% para los productores de bebidas, los márgenes de ganancia se encuentran entre las más elevadas de la cadena de alimentos. Las grandes corporaciones alimenticias hacen sus enormes ganancias particularmente al focalizarse en la clase-media creciente en economías emergentes como en Brasil, China, India e Indonesia así como el segmento de mercado de costosas mercaderías de marca. Durante la crisis bancaria crecieron principalmente a través de la adquisición de compañías. Los últimos grandes negocios fueron las adquisiciones del líder británico del mercado de chocolate Cadbury por Kraft Foods en 2010, y la adquisición de Nestlé de Pfizer Nutrition por USD 11 billones, sujeto a aprobación de las autoridades de control de competencia.



Problemas

Las corporaciones de procesamiento explotan su poder en detrimento de los productores. La autoridad de competencia de Sudáfrica ha acusado a varios procesadores de leche por la fijación de precios. Estas compañías también habían forzado a los agricultores con contratos para que les entregaran la totalidad de su producción de leche. En Brasil, Nestlé y Parmalat han comprado las cooperativas de leche de los agricultores y entonces no les dejan salida alternativa.

 En China, Nestlé persuadió al gobierno de que las niñas crecen más si consumen leche. Un programa de leche escolar entonces preparó el terreno para la industria de la leche. Desde entonces, el sector lácteo en China –un país que hasta hace poco consumía la leche de soja más amigable para con el medioambiente- se expande rápidamente. Una gran proporción de la leche es importada debido al miedo de la melanina, un escándalo de adulteración que llevó a la muerte de bebés en el año 2007.

Condiciones de trabajo extremadamente malas prevalecen en el área de procesamiento de carnes. En los Estados Unidos, es el trabajo de fábrica más peligroso, de acuerdo a Human Rights Watch. Además, los salarios son bajos, los sindicatos a menudo no son tolerados, y los derechos de los inmigrantes no son respetados. Tyson Foods Inc. el procesador de carne más grande del mundo, ha sido acusado de tales condiciones de trabajo durante muchos años.

Los procesadores deben tomar mucha más responsabilidad por las condiciones en la cadena de suministro. Esto incluye el deber de respetar los derechos humanos a lo largo de la cadena de valor, así como de evitar el impacto negativo en el medioambiente.


Nestlé

El líder de mercado Nestlé SA con base en Vevey, Suiza, es la mayor corporación alimenticia del mundo con una facturación de USD103 billones. Sus productos lácteos, gaseosas, golosinas, alimentos precocinados, alimentos para mascotas y productos de salud se venden en casi todos los países del mundo. Nestlé controla casi el 60% del mercado de comida para bebés en Latinoamérica, y en Brasil hasta casi el 91% del mercado de leche en polvo. Además de realizar publicidad no ética para comida de bebé, Nestlé promociona sus cereales a través de fichas que vienen en las cajas para libros gratis en las escuelas del Reino Unido. Nestlé es criticado por utilizar ingredientes GM, por sus políticas de compra de cacao y café, por su represión a los sindicatos en Colombia y por demandar un pago indemnizatorio excesivamente alto por la nacionalización de una subsidiaria de Nestlé durante una hambruna en Etiopía.

Alrededor de 600.000 agricultores en 80 países son contratados por Nestlé.


Las marcas de Nestlé vendidas en el Reino Unido.


Aero//Bakers// Buxton // Caramac // Carnation /Crunch // Decaff // Dolce Gusto // Everyday // Felix // Go Cat // Herta // Jenny Craig // Kit Kat // Lion Bar // Maggy // Milkybar // Munchies // Nescafé // Nestlé Professional // Pure Life // Purina // Quality Street // Shreddies //Ski // Smarties // Super Premium // Walnut Whip // Yorkie



Venta al por menor de alimentos

En la venta al por menor, las acciones globales de mercado son mucho más bajas que en otros sectores. Pero las acciones de mercado nacionales y el puro volumen de sus ventas –Walmart es la corporación más grande del mundo- significan que las corporaciones de venta al por menor tienen mayor poder de mercado.

Mientras que en 2004 las 100 corporaciones supermercadistas más grandes tenían una porción de las ventas globales de alimentos al por menor de 24%, esta cifra aumentó al 35% para el año 2007.


Problemas

Las corporaciones de venta al por menor más poderosas a menudo ponen a sus proveedores bajo presión. Prácticas injustas de compra incluyen cambios retroactivos a las condiciones establecidas, tarifas por poner productos en sus listas y en sus estantes, amenazas de ser sacados de las listas, o restringir el nivel de negocios con sus competidores.

La concentración tanto en mercados/países industriales y emergentes ha avanzado enormemente, particularmente en los países en vías de desarrollo. En la India, donde los pequeños negocios de venta al por menor prevalecen y la venta al por mayor está organizada por el estado, las corporaciones de venta al por menor quieren incrementar su porción del mercado del 3 al 20%; Metro particularmente es muy ambiciosa. El aspecto negativo de esta privatización y concentración ya es visible: muchas personas analfabetas pierden sus trabajos, los proveedores se encuentran bajo la presión de los precios, se ignoran las leyes laborales, las mujeres enfrentan discriminación. En Corea, Walmart y Carrefour fueron castigados por aplicar prácticas de comercio injustas; ambas tuvieron que publicar su abuso en avisos en periódicos.

Fuente: Marita Wiggerthale/ Oxfam (2009); Zur Kasse bitte



Walmart

Ahorre dinero. Viva mejor

El líder de mercado Walmart Stores de Bentonville, Arkansas, es el mayor minorista del mundo, encabezando la lista de ganancias de compañías con ExxonMobil, Royal Dutch Shell y BP. Todos tuvieron ganancias mayores al PBI de Suecia, que era número 33 en la lista de PBI de alrededor de 180 países incluyendo la mayoría de los países en vías de desarrollo. Walmart emplea 2,1 millones de personas en el mundo entero. En 2009, la facturación llegó a USD408 billones. Con USD 23 billones, las ganancias fueron un 5,1% más altas que el año previo.

Walmart ejerce presión para bajar los precios de sus proveedores y paga salarios bajos. En los Estados Unidos está creciendo la oposición a Walmart, porque donde quiera que Walmart abre sus supermercados, el nivel de vida se erosiona. Lugares de trabajo sin seguro reemplazan a lugares con seguro; cada vez más personas se vuelven dependientes de la previsión social a pesar de tener trabajo y la recaudación de impuestos de la comunidad cae.



­¿Qué debe cambiar?

1. Los países deben introducir medidas más eficaces para prevenir los oligopolios

El poder del mercado como tal no se previene por leyes de competitividad, sólo el mal uso del poder de mercado es punible. Y las leyes de competitividad se focalizan, primero y principalmente, en los precios del consumidor. Las autoridades anticárteles rara vez investigan el abuso del poder de mercado ejercido contra los proveedores.

A pesar de que las fusiones y adquisiciones de grandes corporaciones son sometidas a la aprobación de las autoridades anticártel, puede que los umbrales actuales no sean adecuados para abordar la dominancia de mercado. Los contratos de la agricultura por contrato deberían ser revisados. Las prácticas abusivas en la compra, comercio y publicidad deberían ser detenidas. Las asociaciones de consumidores de varios países son débiles y no tienen actualmente el poder de dirigirse a los tribunales.


2. Los subsidios públicos deben ser transparentes y fomentar la agricultura sustentable

Los subsidios generalmente benefician a grandes compañías. Es más, muchos subsidios apoyan la agricultura industrial con todos sus impactos sociales y ambientales negativos. Suiza es uno de los países que se está moviendo en la dirección correcta, con sus políticas de agricultura y pagos directos ecológicos.


3. La regulación internacional debe castigar la violación de derechos humanos por parte de las corporaciones. El derecho a los alimentos está estipulado en los acuerdos internacionales y es monitoreado por la Comisión de Derechos Humanos de las NU. Sin embargo, actualmente no le resulta posible a las NU prevenir o castigar a las corporaciones en el sector alimenticio por violaciones al derecho a la alimentación. Se debe crear instrumentos apropiados para que las corporaciones puedan ser controladas internacional y nacionalmente y se responsabilicen de sus acciones.


4. Apoyar la soberanía alimentaria. Las políticas de comercio deben permitir que los países protejan sus mercados locales del dumping por parte de grandes naciones exportadoras. Los acuerdos de inversión deberían ser transparentes, y las cláusulas que permiten que las corporaciones entablen demandas judiciales a países por romperlos no deberían ser permitidas. Debería protegerse y promoverse la producción, comercio, y procesamiento local regional sustentable de alimentos.


5. Reducir la influencia de las corporaciones en el ámbito político y en la administración pública. Las corporaciones no deberían poder ejercer influencia en políticas de comercio, investigación y de agricultura de acuerdo a sus intereses. Para este objetivo, el diseño de políticas y la administración deberían estar blindados de la influencia corporativa. Deberían evitarse los cambios de personal “de puerta giratoria” entre corporaciones y ámbitos de administración pública.


6. Compañías responsables como parte de la solución. Las compañías genuinamente responsables deberían suministran información transparente acerca de su política de precios y cadena de suministros, y mostrarían cómo se distribuyen las ganancias a lo largo de la cadena de suministros. Respetarían estándares internacionales sociales y ambientales y evitarían hacer lobby que ponga los intereses corporativos por sobre el bien común.


¿Qué puedo hacer como consumidor?

Para los consumidores, es casi imposible llevar cuenta de la cadena de valor de nuestros alimentos. En 2010, EVb (Berne Declaration) preguntó a los minoristas suizos si sabían cuáles semillas eran utilizadas para producir las frutas y vegetales en su rango de productos: todos respondieron que no. Si incluso los supermercados no saben acerca del origen de sus alimentos, ¿cómo puede un consumidor tomar decisiones informadas? Por lo tanto, lo que se necesita primero es más información y transparencia en la cadena de custodia de la semilla al plato.


Por supuesto, podemos hacer algo ahora:

-Preguntar al personal del local minorista acerca del origen, cadena de suministro y antecedentes sociales y ambientales de los productos;

-Exigir más transparencia con cartas a la gerencia y pedidos en cajas de sugerencias;

-Comprar productos de temporada y regionales en mercados locales directamente de los productores;

-Elegir comercio justo y productos orgánicos;

-Evitar las marcas de grandes compañías.


Lo que se aplica al consumidor obviamente se aplica a compradores en administraciones y compañías privadas también.


Semillas, animales jóvenes, alimento para animales, fertilizantes –todos elementos que solían producirse en la granja misma, son hoy sectores separados de la cadena de valor alimenticia industrial y globalizada. Esto también incluye comercio, procesamiento y venta de alimentos. Los más vulnerables en esta cadena son aquellos que cultivan y producen estos alimentos: los agricultores. Los agricultores de pequeña escala en el Sur Global están bajo gran presión a través de la integración horizontal y vertical (concentración) de la producción de alimentos. Su derecho a la alimentación puede ser violado de muchas maneras: mediante las patentes a las semillas, expulsión de su tierra, condiciones de trabajo o precios injustas, o la restricción de mercados informales a la fuerza.

Esta ficha técnica documenta los procesos de concentración en la producción de alimentos y muestra cómo, con la concentración corporativa, unas pocas compañías globales tienen cada vez más poderes para dictar precios, condiciones y en algunos casos hasta políticas gubernamentales.


Para más información:

-de Schutter, Olivier, Reportero Especial sobre el Derecho a la Comida, UN (Dic 2010). Abordando la Concentración en las Cadenas de Suministro de Alimentos. El Rol de la Ley de Competitividad para Enfrentar el Abuso del Poder del Comprador.

- www.etcgroup.org La ONG Canadiense ha investigado y publicado información sobre la concentración en el sector alimentario durante años.  La información “ETC Group 2013” utilizada en este informe será publicada por el grupo ETC en un informe venidero. Ver también “¿Quién controlará la Economía Verde?”, ETC Group, Octubre 2011.

- Howard, P.H. Visualizando la Consolidación en la Industria Semillera Global: 1996-2008. Sustentabilidad (2009). 1:1266 -1287; www.mdpi.com/2071-1050/14/1266/pdf

          -Paul, H. Y Steinbrecher, R. Corporaciones hambrientas – cómo las compañías de biotecnología conolizan la cadena alimenticia. Zed Books, Londres, 2003. Para acceder a un PDF ver www.econex-us.info/publication/hungry-corporations

          -UNCTAD (2006), Siguiendo la tendencia hacia la concentración de mercados: el caso del input agrícola en la industria; www.unctad.org/en/docs/ditcom200516_en.pdf

          -UNCTAD Informe de Inversión Mundial 2009, Corporaciones transnacionales, Producción agrícola y Desarrollo, Ginebra.

          -Vorley, B. Food Inc. Concentración Corporativa de la granja al consumidor, Londres 2003.


Publicación “Agropolio – Un puñado de corporaciones controlan al producción mundial de alimentos” 2013 Edición en Inglés PUBLISHER Berne Declaration (DB) & EcoNexus, EvB: Dienerstrasse 12, Postfach, 8026 Zürich, Switzerland, info@evb.ch, www.evb.ch, EcoNexus: P.O.Box 1455, Oxford, OX4 9BS, UK, info@econexus.info, www.econexus.info


TEXTO

Susanne Gura, François Meienberg (EvB)


TRADUCCIÓN AL INGLÉS

 Christine Wittstock


EDITOR

Edición en Alemán:

Susanne Rudolf (EvB)


EDITOR

Edición en Inglés: Helena Paul (EcoNexus)

DISEÑO

Clerici Partner Design, Zürich, Switzerland

IMPRESIÓN

Calverts, Londres, Reino Unido

  
[i] Activista de un grupo de presión, a menudo a favor de intereses corporativos.


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Mercado mundial de Alimentos


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Bióloga de Conicet: transgénicos son “genocidas y ecocidas”


Fuente: https://www.lagranepoca.com/mundo-hispano/latinoamerica/8290-biologa-de-conicettransgenicos-son-genocidas-ecocidas.html




















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Agricultura tóxica y pueblos
fumigados en Argentina
Medardo Ávila–Vazquez
Coordinador de la Red Universitaria
de Ambiente y Salud de Argentina.
Médicos de Pueblos Fumigados.
Docente de la Facultad de Medicina.
Universidad Nacional de Córdoba.
Universidad y salud /
Perspectivas
Resumen
Hace 18 años se instauró en Argentina un sistema de producción agraria
cimentada en el uso de semillas transgénicas y aplicación masiva de agrotóxicos
o plaguicidas. Desde entonces los vecinos de los pueblos fumigados protestan
porque se ven afectados en su salud y los médicos de esos pueblos corroboran
un cambio del patrón de enfermedad y de muerte en estas comunidades.
Trastornos endócrinos e inmunológicos, neumopatías crónicas, abortos
espontáneos en mujeres sanas, malformaciones congénitas y cáncer son las
enfermedades que se reiteran en poblaciones expuestas a dosis crecientes de
agrotóxicos. Estudios epidemiológicos e investigaciones de laboratorios confirman
el vínculo entre pesticidas, como glifosato, y daños en la salud. A pesar de las
protestas y denuncias, aumenta el consumo de agrotóxicos y las empresas
biotecnológicas preparan nuevas semillas que auguran un futuro cercano de
mayor toxicidad y contaminación, lo cual pone en peligro la salud colectiva.
Palabras clave
• plaguicidas
• salud colectiva
• cáncer
• glifosato
• semillas transgénicas
1. Presentación
En los últimos veinte años, la frontera agrícola se ha expandido
casi en un 50 %, avanzando sobre regiones destinadas a otras
producciones, sobre territorios con agriculturas familiares y,
masivamente, sobre bosques.
La tonelada de soja, que cotizaba a U$S 160 en 2001, en julio de
2012 valía U$S 600; el rendimiento promedio es de 3 a 4 toneladas
por hectárea; los costos de producción son de 200 a U$S 250 por
hectárea: la rentabilidad es descomunal. De un total de 300 000
productores rurales existentes en todo el país, 80 000 se dedican
a esta agricultura transgénica y química, pero de ellos sólo
20 000 concentran el 70 % de la producción y son básicamente
sociedades anónimas y pooles de siembra que producen en
campos alquilados, intrusando territorios de pueblos originarios
o de campesinos ancestrales (Lapolla, 2008).
La agricultura dominante se sostiene sobre un modelo de
monocultivo agroindustrial que utiliza un paquete tecnológico
que incluye siembra directa, semillas transgénicas y aplicación de
agrotóxicos. En ese marco, como consecuencia de la inviabilidad
natural del monocultivo y para poder sostener la producción,
se aplican cantidades cada vez mayores de agroquímicos en
un territorio donde conviven con los cultivos transgénicos más
de 12 millones de personas.
Es preciso reconocer que los productos que se emplean allí son
todos venenos. Los herbicidas, como el glifosato, 2.4D o atrazina,
están destinados a matar plantas; y los más utilizados para matar
insectos son endosulfán, clorpirifós, dimetoato, cipermetrina,
imidacloprid, etc. Todos tienen efectos deletéreos sobre la salud
humana y contaminan el ambiente.
La utilización de estos agrotóxicos aumenta exponencialmente
desde el año 1990 hasta alcanzar 318 millones de litros/kilos en
el 2013. En la misma hectárea donde se usaban 2 ó 3 litros de
glifosato por año, hoy se usan 8 ó 12 litros y se le agrega 1,5 litros
de 2.4D por año. En Santiago del Estero, Salta y Chaco (noroeste
argentino) se utilizan hasta 20 litros por hectárea por año de Round
Up (REDUAS, 2013).
Para cultivar 100 hectárea de soja transgénica se requieren 14 días
de trabajo de un solo operario (Lapolla, 2008). De esas jornadas,
un día sembrará, otro día cosechará las 100 hectáreas y los otros
12 días aplicará venenos sobre el mismo predio. Esa es toda la
actividad productiva que despliega el sistema de agricultura tóxica.
2. Malformaciones y aumento de cáncer
Después de 18 años de fumigaciones sistemáticas, los equipos de
salud de los pueblos fumigados detectan un cambio en el patrón
de enfermedades en sus poblaciones: los problemas respiratorios
son mucho más frecuentes y vinculados a las aplicaciones de
agrovenenos, igual que las dermatitis crónicas. De la misma
manera, los pacientes epilépticos convulsionan mucho más
frecuentemente en época de fumigación, son más asiduos la
depresión y los trastornos inmunitarios y endócrinos.
Se registran altas tasas de abortos espontáneos (hasta 23 % de
las mujeres en edad reproductiva sufrió al menos un aborto en los
últimos cinco años, cuando la tasa normal es de 5 %) y aumentaron
notablemente las consultas por infertilidad en varones y mujeres
(REDUAS, 2011). Los rebaños de cabras de los campesinos
29
después de 18 años de fumigaciones
sistemáticas, los equipos de salud de los
pueblos fumigados detectan un cambio en el
patrón de enfermedades en sus poblaciones

30
y originarios registran, en algunas zonas, hasta un 100 % de
malpariciones (abortos o muertes prematuras por malformación)
vinculados a la exposición a pesticidas. Se detecta también un
aumento de trastornos tiroideos y de diabetes.
Cada vez nacen más niños con malformaciones en estas zonas,
especialmente si los primeros meses del embarazo coinciden con
la época de fumigaciones. Síndrome de Down, mielomeningoceles,
cardiopatías congénitas, etc., se diagnostican con mayor frecuencia
en estas áreas; en algunos pueblos y años llegan a triplicar las
tasas normales y se vinculan directamente al aumento de las
aplicaciones de agrotóxicos en los alrededores (REDUAS, 2011 y
Verzeñassi, 2013).
Los pueblos fumigados también presentan un cambio en sus
causas de muerte. Según los datos de los registros civiles a los
que hemos podido acceder, encontramos que más del 30 % de
las personas que mueren en estos pueblos fallece por cáncer,
mientras que en todo el país ese porcentaje es menor al 20 %.
La mortalidad por cáncer aumentó claramente en estas áreas, lo
cual es un fenómeno nuevo detectado por nuestros colegas desde
el año 2000 y no verificado antes (REDUAS, 2011; Verzeñassi,
2013 y Ercolano, 2012). Curiosamente, la fecha coincide con la
expansión del consumo de glifosato y otros agroquímicos que son
masivamente aplicados en la zona.
La ciudad de San Salvador, en Entre Ríos, es recocida como la
Capital Nacional del Arroz, pero estas transformaciones agrarias
también impactaron en la región, de manera que hoy, en las 70 000
hectáreas de la zona, sólo 10 000 se mantienen con arroz y las demás
producen soja. Este dato sólo tendría interés económico y social si
desconociéramos que en los cinco últimos años las mortalidad por
cáncer en los vecinos de la región es la más alta detectada por nuestra
Red en todo el país. En los años 2011 y 2012 uno de cada dos vecinos
murió de cáncer cuando en todo el país sólo uno de cada cinco
argentinos muere por causas oncológicas (MU, 2012).
Recientemente, en mayo de 2014, el Ministerio de Salud de la
Provincia de Córdoba publicó los datos de su registro de cáncer, que
confirman que en las zonas más intensamente agrícolas las muertes
a causa de esta enfermedad superan en un 100 % a las de la ciudad
capital y en un 70 % al promedio provincial (Fernández, 2014).
La agresión química afecta a todas las personas, pero sin duda
que los pobres del campo, los peones, sus mujeres y niños, son
los que tienen menos posibilidades de protegerse y de recuperar
su salud. Además, desde el norte de Córdoba y Santa Fe, la
mayor parte de los nuevos emprendimientos de agricultura
tóxica es concretada por sociedades anónimas y pooles de
siembra que utilizan la vía aérea de fumigación de modo casi
generalizado, las dosis de venenos son mucho más altas debido
a las condiciones climáticas y biológicas de la región, y las
consecuencias las sufren principalmente los pueblos originarios
y los campesinos.
3. Las evidencias científicas
Las manifestaciones clínicas que los médicos de pueblos
fumigados observamos en nuestros pacientes encuentran
su causalidad biológica en los resultados de investigaciones
científicas en modelos experimentales con diversos plaguicidas,
incluyendo glifosato. Así, por caso, investigaciones de científicos
de nuestras universidades demuestran de qué manera el glifosato
actúa en el desarrollo embrionario produciendo malformaciones
(Paganelli, Gnazzo, Acosta, López y Carrasco, 2010), y cómo este
veneno genera daño a las moléculas de ADN del núcleo celular,
promoviendo líneas celulares mutantes que ocasionarán cáncer si
no logran ser eliminadas por el individuo (Mañas, 2009; Simoniello,
2010 y López, 2012).
También, numerosas publicaciones epidemiológicas en todo el mundo
demuestran cómo la exposición a agrotóxicos aumenta notablemente
las tasas de malformaciones, abortos, cáncer y trastornos hormonales
en las personas sometidas a fumigaciones reiteradas (Schreinemachers,
2003; Winchester, 2009; Settimi, 2008 y Clapp, 2008).
Incluso el más alto estándar de análisis crítico de la información
científica médica, las Revisiones Sistemáticas de la Medicina Basada
en la Evidencia, sostienen la necesidad de disminuir esta exposición
por contarse con evidencias suficientemente fuertes y consistentes
para reconocer que la exposición a plaguicidas aumenta el riesgo de
afectar la salud humana (Sanborn, 2007 y 2012 y Bassil, 2007).
Las áreas académicas de la salud no detectaban el problema que
se estaba generando como consecuencia de nuestro sistema
productivo rural, a pesar de que desde el año 2001 se reiteraban
las denuncias y reclamos de vecinos, vecinos tan distantes como
los de Los Toldos en Buenos Aires, los de San Jorge en Santa
Fe, los de barrios de Ituzaingó en Córdoba o los de la Leonesa
en el Chaco. Recién en el año 2010 la Facultad de Medicina de
la Universidad Nacional de Córdoba convocó a un encuentro de
médicos de pueblos fumigados (REDUAS, 2011) para verificar
la existencia del problema y su magnitud. Este encuentro dio
origen a la Red Universitaria de Ambiente y Salud / Médicos de
Pueblos Fumigados–REDUAS, que interrelaciona equipos de
salud que acompañan la lucha de movimientos sociales contra las
fumigaciones en contextos donde el poder económico, político y
cultural de la soja es agobiante.
A pesar de las denuncias y reclamos, el uso de agrotóxicos en
nuestro país no deja de aumentar. En el año 1990, según datos de
las propias cámaras empresarias de agrotóxicos, se consumieron
39 millones de litros/kilos equivalentes de agroquímicos (herbicidas,
insecticidas y fungicidas); en el año 2013 la misma cámara informó
que su negocio casi llegaba a 3000 millones de dólares con 318
millones de litros/kilos vendidos. El glifosato es el agrotóxico más
utilizado en Argentina: agrupa el 64 % del total de las ventas y se
aplicaron 200 millones de kg/l de glifosato en la última campaña
agraria (REDUAS, 2013).
31
En estudios de uso realizados por ingenieros agrónomos de la
Sociedad Rural Argentina, principal institución sojera del país
(Barbarich, 2010), en la zona núcleo (principal área agrícola) se
aplicaron casi 10 litros/kilos de agrotóxicos por hectárea por año, lo
que equivale para el área de estudio a 31 litros de agrovenenos por
cada uno de los pobladores del departamento de General López
de Santa Fe. En Argentina estimamos que se aplican 7 litros/kilos
de agrotóxicos por cada uno de los 40 millones de habitantes por
año, pero en las zonas productivas del agronegocio esas dosis de
tóxicos se elevan entre 30 y 45 litros/kilos por persona por año,
lo que genera una carga acumulada de agresión química que se
refleja irremediablemente en los indicadores más duros de salud,
como son las causas de muerte.
4. Crítica a los postulados
de la biotecnología y su seguridad
El modelo de producción agrícola en la Argentina, conducido
por las empresas de biotecnología internacionales, ha generado
un aumento del 858 % en la cantidad de agrotóxicos utilizados
por año, lo que ocasiona un impresionante impacto ecológico y
sanitario en la región. Este aumento del consumo de agrotóxicos
no se explica en el incremento de la superficie cultivada: entre 1990
y 2010 el área cultivada por cereales y oleaginosas pasó de 20
millones de hectáreas a 30 millones de hectárea (REDUAS, 2013),
es decir que creció un 50 %, lo que no puede explicar el aumento
de 858 % en el consumo total de agrotóxicos (la utilización en
cultivos frutihortícolas y regionales como vid, tabaco y azúcar,
explican menos del 15 % del consumo total).
La premisa de que las semillas transgénicas emplean menos
agrotóxicos no se puede verificar en la realidad Argentina.
En 1996–1997, momento en que comenzó a sembrarse soja
transgénica, se aplicaban hasta 3 litros de glifosato por hectárea
por año; actualmente se aplican 12 litros de glifosato en esa misma
hectárea y por el mismo intervalo de tiempo. Esto demuestra la
incapacidad del modelo de agricultura tóxica para enfrentar las
respuestas adaptativas de la naturaleza, como el surgimiento de
resistencia en las plantas e insectos. La única respuesta refleja es
aumentar la dosis de venenos por hectárea (vender más pesticidas
a los productores), tanto herbicidas como insecticidas, y agregar
agrotóxicos más peligrosos a las mezclas para fumigar y/o agregar
apilamientos de “eventos” transgénicos para que las plantas
secreten permanentemente varias toxinas insecticidas Bt.
Otro mito de la industria de biotecnología es que se aumenta el
rendimiento del cultivo. Sin embargo, cada vez son más numerosos
los estudios científicos independientes que demuestran que esto es
una falacia. Se reconoce un aumento en la producción de granos
(cereales y oleaginosas), pero estas investigaciones muestran que
el incremento del rendimiento por hectárea se vincula a técnicas de
agricultura tradicional que se fueron incorporando en los últimos
20 años, como el aumento de densidad de plantas por unidad de
superficie (menos separación entre plantas en el surco y entre surco
y surco), etc. (Quist, 2010 y Gurian–Sherman, 2009). En Argentina,
el rendimiento promedio en 1994 fue de 2,2 toneladas por hectárea
y en 2010 de 3 toneladas; creció un 30 % el rendimiento promedio
de los cultivos (REDUAS, 2013)… pero en ese período consumimos
un 858 % más de venenos agrarios: algo no anda bien.
Comparando el consumo de agrotóxicos en millones de kg/por año
la agresión química
afecta a todas las personas,
pero sin duda que los
pobres del campo, los peones,
sus mujeres y niños,
son los que tienen menos
posibilidades de protegerse
y de recuperar su salud

32
33
con el aumento de la superficie sembrada en millones de hectáreas y
el incremento del rendimiento en toneladas por hectárea, encontramos
que el 858 % de crecimiento del mercado de agrotóxicos no se
relaciona con un aumento del 50 % del área sembrada, ni con un
30 % de mayor rendimiento de los cultivos por hectárea.
La ineficacia de la biotecnología utilizada se evidencia en el
daño ecológico generado por el desmonte masivo del país; la
contaminación creciente que se verifica a lo largo de todos los cursos
de aguas superficiales de la región, como el río Suquía (Bonasea,
2012) y el río Paraná en toda su extensión (Marino, 2012); en los
niveles de recuperación de glifosato en el agua de lluvia de las zonas
sojeras (datos en proceso de publicación), que supera más de 10
veces a las detectadas en EE. UU. (Chang, 2011); en el aumento de
las tasa de cáncer, malformaciones congénitas, abortos espontáneos,
discapacidad mental, trastornos endócrinos e inmunitarios que
padecen las poblaciones rurales expuestas a dosis crecientes de
agrotóxicos de año en año y en forma sistemática; y en la carga
creciente de residuos de pesticidas en los granos que exporta la
Argentina, como ya se verificó en Dinamarca y Holanda, donde desde
el año 2015 se priorizará la compra de soja y maíz orgánico para
alimentar a su ganado (GM Watch, 2012 y Fastrup, 2011).
Los residuos crecientes de pesticidas en alimentos elaborados con
granos impregnados por estos agrovenenos son una preocupación
creciente en Europa, y su peligrosidad ha quedado en evidencia
sobre todo después de las investigaciones del francés Eric Seralini.
Recientemente, se detectó en estudiantes de la Universidad de
Berlín y en europeos de 18 países distintos la presencia de glifosato
en la orina, menos elevada en los adeptos a la alimentación
orgánica; en ganado vacuno y en conejos se verificaron resultados
similares: mayor cantidad de glifosato en orina y en tejidos en los
animales alimentados con forrajes transgénicos (Kruger, 2014).
Ante los problemas de resistencia en malezas e insectos, la
respuesta de la industria biotecnológica (Monsanto, Bayer, Dow,
Dupont, etc.) es más de lo mismo. Se promueven nuevas semillas
transgénicas con resistencia al glifosato, al glufosinato y al 2.4D (y
próximamente al paraquad), y en pocos años los resultados serán
similares con respecto a los niveles de residuos de pesticidas en
los granos: cada vez más elevados.
También se promueven semillas resistentes a varios herbicidas
y a la vez productoras de toxinas Bt, como Cry1A.105, Cry2Ab,
Cry3Bb, que, por ahora, confieren protección contra lepidópteros
y coleópteros pero que perjudican a una enorme cantidad de
insectos benéficos y útiles para sostener el equilibrio ecológico.
No existen certezas de la inocuidad de estas toxinas en humanos.
Por 100 000 años, nuestra especie tuvo contacto con ínfimas
cantidades de estas toxinas, pero ahora, por la magia de la
biotecnología, nos exponemos a una enorme cantidad de estas
proteínas que ya fueron recuperadas en la leche materna humana,
en sangre humana y en sangre del cordón umbilical humano, y que
además sabemos que generan riesgo inmunitario y alérgico para las
personas (Aris, 2011), y probablemente sus consecuencias tóxicas
sean mucho mayores cuando empecemos a ver los resultados de
esta novel exposición dentro de unos pocos años.
La naturaleza no reinventa la rueda. Cuando encuentra una forma
de hacer las cosas, la repite a lo largo de toda la evolución. Atacar
indiscriminadamente con tóxicos químicos una maleza, un insecto
o un roedor, equivale a atacarnos a nosotros mismos.
Hoy conocemos que el 40 % de los genes del genoma humano
lo compartimos con las plantas y regula nuestras actividades
celulares de manera similar que en los vegetales. También sabemos
que el 60 % de los genes de los insectos está en nuestro código
genético, o sea que compartimos con insectos y plantas muchos
de los mecanismos íntimos del metabolismo celular. Podremos
atacar masivamente con químicos a esos mecanismos, trabarlos,
distorsionarlos para generar la muerte de plantas o insectos, pero
no podemos ignorar que, si esos tóxicos alcanzan a las personas,
ya sea por exposición ocupacional, por exposición habitacional
o por ingerir agua o alimentos contaminados con sus residuos,
inevitablemente tendrán efectos perjudiciales sobre aquéllas, no
podemos suponer que son inocuos.
Desde hace años conocemos, por la realización de estudios
radioisotópicos, que el flujo de la materia a través de nuestro
cuerpo es muy veloz. Sabemos que las células de nuestra piel
son nuevas en menos de cinco semanas, que las células de la
mucosa gástrica viven menos de un día, que nuestro esqueleto
está renovado en un año. Las células de nuestro cerebro, las
neuronas, no se reproducen pero su estructura molecular interna
es totalmente renovada varias veces al año. El flujo de los átomos
de oxígeno, carbono, hidrógeno y nitrógeno a través de nuestro
cuerpo es rapidísimo; sólo los átomos de hierro, magnesio y cobre
más pesados demoran este recambio y el 98 % de los átomos
de tejidos y células es totalmente sustituido en un año. Este flujo
continuo de la materia entre nuestro cuerpo y el ambiente es
continuo; si los niveles de contaminación ambiental crecen, la salud
colectiva será cada vez más difícil.
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Bióloga de Conicet: transgénicos son “genocidas y ecocidas”
Transgénicos investigados por el Conicet. (Conicet.gov.ar)
La Dra. en ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires, Alicia Massarini, investigadora adjunta de CONICET, coautora de la séptima edición de Biología de Curtis, calificó a los productos transgénicos como “ecocidas y genocidas”. La científica propuso salir de este modelo y “recuperar las producción diversificada de alimentos”.
En una entrevista publicada en La Gaceta, destacó el hecho que el modelo transgénico -que sigue Argentina- produce “commodities y no alimentos”. Advirtió que son productos que “no mejoran su valor nutricional”, y que no solo afectan al medio ambiente y salud por el uso de agroquímicos, sino que ya se conoce en estudios experimentales que su consumo a largo plazo produce enfermedades, en incluso muerte prematura.

En 2014, la superficie total sembrada con transgénicos en Argentina fue de alrdedor de  24 millones de hectáreas, según datos de ArgenBío.
Hectáreas cultivadas de Organismos geneticamente modificados (OGM) en Argentina (ArgenBio)
“El discurso de quienes promovían esto fue que se mejoraría la calidad del producto, pero los transgénicos en el mercado confieren una ventaja económica al productor. No son amigables con el medio ambiente ni son alimentos”, sostuvo la especialista.
Entre los estudios que ponen en alerta a las personas sobre consumir o no transgénicos, la Dra. Massarini cita el experimento liderado por Gilles-Eric Sèralini realizado con maiz. Las enfermedades y muertes prematuras se detectaron especialmente a la mitad de su vida después de consumir estos productos regularmente.
“Se rompe la armonía que tiene ese genoma como sistema integrado. Esto puede traer efectos laterales no previsibles y no mensurables. Por ejemplo, la producción de proteínas o de sustancias que en el metabolismo se alteren y que funcionen como toxinas, que se puedan acumular”, explicó.
Sobre el uso de agroquímicos en la agricultura, la bióloga destacó que “los transgénicos y los agroquímicos aparecen, en la experiencia, como un matrimonio indisoluble. El primero es la razón de ser del segundo. La agricultura industrial ya existía en nuestro país antes de la llegada de los transgénicos: la tendencia al monocultivo, la falta de rotación y el uso de químicos. Lo que hace esta tecnología es agravar los daños”.Sin embargo advierte, pese a las investigaciones publicadas, ahora en los supermercados la lecitina de soya transgénica se encuentra en productos de consumo masivo como “galletitas, yogures y postres”.
A su vez añadió que en particular en Argentina, “el salto a la soja significó que el uso de glifosato pasara de un millón de litros (antes del año 96) a 200 millones de litros por año. Sin contar otros herbicidas más potentes debido a la resistencia de las malezas. “El tema no es el mal uso de los herbicidas, sino que esta tecnología lo trae implícito. Si cultivás 20 millones de hectáreas de soja GM, obviamente, el uso de este herbicida es inevitable”.
Creciente cultivo de transgénicos en Argentina. (ArgenBio)
Creciente cultivo de transgénicos en Argentina. (ArgenBio)
“El problema con esta tecnología es que no puede ser usada para el bien porque está diseñada, pensada y usada para maximizar la ganancia económica. Todo lo demás son daños colaterales”, sostuvo la Dra.
En 2014, la superficie total sembrada con transgénicos en Argentina fue de 24,3 millones de hectáreas, según datos de ArgenBío.
“Esto que producimos no son alimentos, sino commmodities para exportar y alimentar el ganado de los países centrales y de China. Es una falacia que se hable de que estamos contribuyendo a paliar el hambre del mundo, porque el hambre es cada vez más notable”, añadió.
Productos OGM autorizados en Argentina. Ministerio de Agricultura/ ArgenBio)
Productos OGM autorizados en Argentina. Ministerio de Agricultura/ ArgenBio)
La bióloga concluyó que “el discurso de los que promueven esto es que no podemos dejar de subirnos a este tren. Yo digo: no podemos seguir subidos porque nos va a conducir a un desastre ambiental y sanitario. Las alternativas son muchas, no sólo lo que teníamos. Hay que recuperar los valores y la soberanía alimentaria”.
Cultivo de transgénicos a nivel Global. (ISAAA 2014/ ArgenBio)
Cultivo de transgénicos a nivel Global. (ISAAA 2014/ ArgenBio)




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