Huertos
urbanos en tres ciudades europeas: Londres, Berlín, Madrid
Nerea Morán Alonso| Madrid (España), 2008-2009.
Nerea Morán Alonso| Madrid (España), 2008-2009.
1
Marco teórico
1.1 Justificación
En
el momento actual de crisis ecológica son necesarios nuevos procesos de
recuperación del espacio urbano que mejoren la sostenibilidad integral de las
ciudades, tanto a nivel ambiental como relacional. Los huertos urbanos son
instrumentos que responden a este requerimiento, pues colaboran en el cierre de
ciclos del metabolismo urbano y proporcionan una mayor calidad de vida a los
ciudadanos.
En el presente trabajo se intenta encontrar las condiciones legales y normativas más favorables para el desarrollo de proyectos de huertos urbanos, a través del análisis de tres casos europeos: Londres, Berlín y Madrid.
1.2 Definiciones
Estos pequeños jardines
tienen varios nombres. Son conocidos como kleingärten en
Austria, Suiza y Alemania, allotment
gardens en el Reino Unido, ogródek
dzialkowy en
Polonia, rodinná
zahrádka en la
República Checa, kiskerteken
Hungría, volkstuin en
Países Bajos, jardins
ouvriers y jardins
familiaux en
Francia y Bélgica, kolonihave en
Dinamarca, kolonihage en
Noruega, kolonitraedgard en Suecia, siirtolapuutarhat en
Finlandia, shiminnoen en
Japón,community gardens en
Estados Unidos, y probablemente con muchos otros nombres en otros países del
mundo.
Groening, 2005
Allotment garden - Reino Unido. Por definición legal, es una parcela que
no excede los 100 m2, cultivado total o principalmente por su
ocupante con fruta y vegetales para autoconsumo. Una pequeña parte puede ser
utilizada para conejos o gallinas (House
of Commons, 1922-1925: pp 3, 17).
Kleingarten - Alemania. Es un terreno entre 200 y 400
m2, utilizado principalmente para horticultura y cultivo de flores
para autoconsumo, muchos de ellos con un pequeño cobertizo en el que guardar
las herramientas. No está permitido tener animales ni pernoctar en los huertos.
Según los estatutos de las asociaciones se deben dedicar al menos dos tercios
del terreno a vegetales (Drescher, 2001).
Jardins
familiaux - Francia. La legislación francesa los
define como «grupos de jardines gestionados por una asociación cuyos productos no
pueden ser comercializados». Normalmente se localizan agrupados en bandas
próximas a carreteras, ferrocarriles, vacíos urbanos... que los alcaldes ceden
gratuitamente o por un precio simbólico.
Community
garden - Red internacional. Se trata de jardines urbanos comunitarios.
Con diversos tamaños y localizaciones, se caracterizan por ser proyectos
locales autogestionados, que centran su atención en la creación de lazos
comunitarios y en el desarrollo local mediante actividades de formación y
autoempleo.
Huerto de
ocio - España. Los huertos de ocio son parcelas para el cultivo, en
terrenos de la administración local, que mantiene la gestión de los mismos y en
algunos casos establece los horarios de acceso y trabajo. Los huertos se
adjudican durante un determinado periodo de tiempo a los participantes (de 3 a
5 años). Normalmente estas cesiones están asociadas a actividades previas de
formación. Sus objetivos principales son la recuperación de espacios urbanos,
la educación ambiental y la creación de espacios de socialización. En muchos
casos están destinados a un segmento concreto de la población, como jubilados,
desempleados, niños o personas en situación de exclusión social.
1.3 Objetivos y metodología
Objetivos
- Estudiar
el marco normativo de los huertos urbanos en tres ciudades europeas:
- Revisar
las referencias a huertos urbanos en la legislación general.
- Analizar
las políticas e instrumentos normativos relacionados con los huertos
urbanos (especialmente en la escala local).
- Caracterizar
la situación actual de los huertos urbanos en las tres ciudades
seleccionadas.
- Detectar
los instrumentos más adecuados para el fomento y la protección de huertos
urbanos.
Metodología
- Análisis
de fuentes primarias: entrevistas en ambiente con participantes de
distintas iniciativas de huertos comunitarios (Madrid y Berlín).
- Análisis
de fuentes secundarias:
- Revisión
bibliográfica.
- Páginas
web, institucionales, de asociaciones y académicas.
- Legislación
y normativa.
- Planos:
planeamiento, cobertura de usos del suelo.
- Bases
de datos estadísticas.
- Selección
de ciudades: Londres, Berlín y Madrid.
- Sistematización
de casos, definiéndolos con los siguientes elementos de análisis:
- Legislación
y normativa que regulan los huertos urbanos. Se realiza la cronología de
las distintas leyes sobre huertos y sus principales determinaciones.
- Descripción
de los huertos urbanos en las ciudades estudiadas:
- Superficie
y localización de los huertos urbanos en relación con la red de espacios
libres.
- Definición
legal y modelo de gestión.
- Perspectivas
de futuro: problemas y oportunidades.
- En el
caso de que existan programas, campañas o algún tipo de iniciativa de
fomento de los huertos urbanos, se sistematiza mediante la siguiente
ficha:
- Iniciativa
- Organismo
impulsor (capacidad normativa)
- Proceso
- Declaración
de motivos / objetivos
- Líneas
de actuación
- Herramientas
1.4 Los huertos urbanos en la rehabilitación urbana ecológica
Aunque la parte
central de este estudio consiste en el análisis de los casos de Londres, Berlín
y Madrid, es necesario aportar unas breves notas sobre la importancia
estratégica que podrían tener los huertos urbanos en la rehabilitación urbana
ecológica. El objetivo de conseguir ciudades más sostenibles debe entenderse de
una manera integral, y por tanto las intervenciones en el entorno construido
deben responder tanto a aspectos ambientales como sociales.
Los huertos
colaboran en la sostenibilidad
ambiental de entornos
urbanos, pues son un modo de inserción de naturaleza en la ciudad: aumentan el
número de áreas verdes recuperando terrenos vacíos, y colaboran en el cierre de
los ciclos del metabolismo urbano (agua, materia y energía) haciéndolos
visibles, con espacios para compostar residuos de los hogares o del propio
huerto, por ejemplo. También son espacios en los que se pueden recuperar las
variedades locales de cultivos, aumentando la biodiversidad.
Además son un
instrumento que contribuye al diseño
a escala humana de la ciudad, dotando de carácter e identidad local al
espacio público, respondiendo a la diversidad social y cultural de sus
usuarios, y a la complejidad de condicionantes climáticos, físicos y sociales.
Si han sido correctamente diseñados, pueden mejorar la calidad ambiental y
convertirse en excelentes lugares de encuentro, debido a la influencia que la
cubierta verde, la vegetación y la presencia de agua ejercen en las condiciones
de humedad y temperatura, asegurando un mayor grado de confort ambiental que
los espacios duros o vacíos.
En la dimensión social son espacios de participación, en los
que se desarrollan sentimientos de apropiación y responsabilidad. Contribuyen a
la educación ambiental y aumentan la seguridad alimentaria. Contribuyen al
desarrollo local por sus aportes a la formación y en menor medida a la creación
de empresas sociales.
A continuación se
ponen en relación los huertos urbanos y las nociones de ‘desarrollo a escala
humana’ y ‘calidad de vida’, con el objetivo de determinar el marco adecuado
que permite evaluar la capacidad de los huertos de responder a las múltiples
dimensiones que deben ser consideradas desde una perspectiva compleja.
1.4.1 Los huertos urbanos como satisfactor sinérgico de las
necesidades humanas
Partimos de la
definición del sistema de necesidades fundamentales, elaborada por Max
Neef y Elizalde (1986), que describe las necesidades humanas
como pocas y clasificables: subsistencia, protección, afecto, entendimiento,
participación, ocio, creación, identidad y libertad. Las necesidades son
interdependientes y ninguna tiene más importancia que las demás. Son
universales y no han variado a lo largo de la historia, lo que cambia según el
contexto histórico y cultural son los medios concretos de satisfacer estas
necesidades, es decir, sus satisfactores.
Los satisfactores
sinérgicos son los que contribuyen a la satisfacción simultánea de varias
necesidades, atienden a varias dimensiones y tienen efectos multiplicadores.
Frente al desarrollo económico en el que la satisfacción de las necesidades
humanas se entiende fundamentalmente como el aumento de bienes y servicios, el
desarrollo a escala humana trata «de relacionarlas además con prácticas
sociales, tipos de organización, modelos políticos y valores que repercuten
sobre la forma en que se expresan las necesidades» (Max Neef, 1986).
Se han realizado
estudios que relacionan esta teoría con los espacios públicos, atendiendo a la
correspondencia de las necesidades humanas con las condiciones espaciales de
los entornos construidos. En la concepción del espacio público como satisfactor
sinérgico de necesidades humanas que propone M. Simón (2009), se ordenan las
necesidades en relación con la escala a la que pueden ser satisfechas
(territorio, ciudad, barrio, espacios de la intimidad) y a su relación con las
condiciones de diseño físico, las regulaciones y el entorno cognitivo. En este
texto se identifican también las necesidades cuya satisfacción no está
relacionada directamente con el espacio público, como son la de afecto que se produce en la intimidad, la de subsistencia, que en la
ciudad actual encuentra su satisfacción en la escala global, y la de libertad, que debe ser
satisfecha en todos los lugares.
Si abordamos los
huertos urbanos desde esta perspectiva, vemos que pueden responder
principalmente a la satisfacción de las necesidades de ocio, entendimiento,
participación e identidad; y en menor medida influyen sobre las de
subsistencia, protección y creación.
Uno de los
principales valores de los huertos urbanos es su carácter de espacio de ocio, sus usuarios a menudo
los definen como el espacio donde pasan buena parte de su tiempo libre y en los
que se sienten relajados. Las condiciones necesarias para ello son la
proximidad al espacio de residencia, y la existencia de terrenos suficientes en
los que desarrollar esta actividad.
En cuanto al entendimiento, otro de los
aspectos más reconocidos de los huertos es su valor como instrumento de
educación ambiental. En ellos se pueden observar los ciclos de los alimentos,
del agua y de la materia; además son espacios que aportan biodiversidad a las
áreas urbanas. Para responder adecuadamente a esta necesidad los huertos deben
integrarse en el metabolismo urbano, contribuyendo a cerrar los ciclos de
materia; y seguir las reglas de la agricultura ecológica procurando fomentar el
cultivo de variedades locales. Elementos como un huerto para niños en los que
puedan experimentar y responsabilizarse de su propio espacio son útiles para la
compresión de los ciclos naturales (entre otras utilidades).
Los huertos
urbanos son un espacio apto para la participación,
ya que los hortelanos tienen la capacidad de autoorganizarse y gestionar los
espacios, y también de construirlos, con la consecuencia de que al intervenir
en el diseño físico de los huertos aumenta el sentimiento de apropiación de
estos espacios. Para que la participación sea posible los huertos deben incluir
espacios de encuentro y seguir modelos autónomos en los que los hortelanos
tengan capacidad de decisión. Los modelos demasiado reglados, en los que existe
un horario concreto o sólo se puede acceder a los cultivos participando en
actividades programadas, no satisfarían esta necesidad.
Los huertos
responden de dos formas a la necesidad de identidad,
entendida esta en su dimensión tanto colectiva como individual. Un huerto
urbano dota de identidad a un espacio, convirtiéndose en elemento de
referencia, debido a su capacidad de embellecimiento del paisaje urbano o a la
historia que simboliza (proceso comunitario, identidad de grupo). Además pueden
ser el escenario donde personas de distintas culturas compartan sus
conocimientos, aportando distintos tipos de cultivos y de alimentos,
favoreciendo la comunicación e integración de las comunidades.
En cuanto a la protección, responden a esta
necesidad en la medida en que proporcionan condiciones de estancia adecuadas, en
las que las personas se sienten a gusto. Para que esto sea así el diseño de los
huertos debe contemplar la existencia de espacios de estancia soleados y
protegidos de los vientos en invierno, y de espacios sombreados y frescos en
verano. En la medida en que sean espacios de participación y de identidad
comunitaria, también se sentirán como seguros.
Aunque un huerto
urbano no tiene capacidad para proporcionar todos los alimentos necesarios para
la subsistencia, ya que
en general produce sólo una pequeña parte de los alimentos necesarios, sí puede
ofrecer productos ecológicos y por tanto más saludables. Para ello debe seguir
los principios de la agroecología, no utilizar pesticidas ni semillas
modificadas genéticamente, asegurarse de la calidad de los terrenos, del agua y
del compost utilizados. Para lograr una mayor autonomía alimentaria de las
ciudades debería desarrollarse una estrategia que implicara las diferentes
escalas: local, urbana y metropolitana.
Un huerto urbano puede
ser también un satisfactor de la necesidad de creación,
en tanto en cuanto sea un espacio para el desarrollo de actividades creativas.
Es común en los huertos comunitarios la presencia de un mural, un mosaico, una
escultura o algún otro tipo de elemento creado por los vecinos, niños o
adultos. La participación en el diseño del huerto y en la adecuación de sus
distintos elementos también son procesos creativos. Para potenciar estas
posibilidades los huertos urbanos deben ofrecer espacios y momentos para
distintas actividades, y debe ser posible intervenir en su diseño y
construcción.
Podemos concluir
que para que un huerto urbano actúe sinérgicamente, respondiendo a la
satisfacción del mayor número de necesidades humanas posibles, debe cumplir las
siguientes premisas:
- Situarse
próximo a las zonas de residencia de los hortelanos, y que existan
espacios suficientes para todas las personas interesadas.
- Estar
concebidos desde la agroecología; no utilizar pesticidas ni semillas
modificadas genéticamente, asegurarse de la calidad de los terrenos, del
agua y del compost utilizados.
- Tener
modos de organización autónomos.
- Ser
diseñado y si se desea incluso construido por los propios usuarios (desde
luego las parcelas individuales, pero también las áreas comunes).
- Contemplar
en su diseño la existencia de espacios de estancia adecuados para el
encuentro: zonas de descanso al aire libre, centro de reunión...
- Formar
parte de una red de espacios de cultivo urbano a diferentes escalas
(local, urbana y metropolitana).
1.4.2 Los huertos urbanos desde la concepción de la Calidad de
Vida
La noción de
Calidad de Vida descrita por J. Alguacil trata de superar una visión simplista
que haría referencia únicamente al bienestar socioeconómico, para formular una
propuesta de carácter sistémico en la que también se consideran otras
dimensiones como la calidad ambiental y la identidad cultural.
Cuando nos referimos al
concepto de Calidad de Vida estamos haciendo referencia a una diversidad de
circunstancias que incluirían tanto dimensiones mensurables (objetivas), como
otras de más incierta cuantificación (subjetivas), dimensiones todas ellas que
forman parte de un conjunto de valores y hechos que no se pueden disociar.
Alguacil, 2000
Es por tanto una
forma de prestar atención tanto a las condiciones objetivas como a las
distintas percepciones individuales.
En el cuadro 1 se representan las principales
variables del concepto de Calidad de Vida, poniéndolas en relación con la
capacidad de los huertos urbanos para generar una serie de efectos positivos
sobre el bienestar, las condiciones ambientales y espaciales del entorno
(calidad ambiental) y las necesidades de apropiación, participación y
sociabilidad (identidad cultural).
Elaboración propia a partir de «Dimensiones de la Calidad de Vida»
(Alguacil, 2000).
Calidad
ambiental
|
Bienestar
|
Identidad
cultural
|
(Área
territorial —escala—)
|
(Condiciones
objetivadas)
|
(Vínculos e interacciones sociales)
|
Habitacional, Vivienda |
Producción-Reproducción (Trabajo, empleo y trabajo
doméstico)
|
Tiempo disponible (libre
y liberado de ocio)
|
|
Generación de empleo en cooperativas y empresas sociales
|
|
Residencial (local,
barrio) |
Salud
|
Participación y apropiación
|
Aumento de espacios verdes, recuperación de espacios
vacíos
|
Acceso a alimentos frescos de cultivo ecológico
|
Gestión colectiva
|
Microclima urbano
|
Mejora de la calidad del aire
|
Transformación directa del paisaje urbano
|
Urbana, territorio (metrópoli,
región, planeta) |
Educación (aprendizaje
y formación)
|
Relaciones sociales y redes sociales
|
Corredores verdes, naturaleza en la ciudad. Red de espacios
para agricultura urbana
|
Educación ambiental por contacto con los ciclos naturales
|
Espacio de encuentro de los vecinos
|
1.5 Breve historia y evolución del sentido de los huertos urbanos
en las ciudades occidentales
Si hacemos un
breve recorrido por la historia reciente de las ciudades occidentales veremos
la trayectoria que han tenido los huertos urbanos en ellas y los cambios que se
han ido produciendo en su concepción.
En la ciudad
industrial del siglo XIX, los huertos urbanos alivian ligeramente las condiciones
de hacinamiento y pobreza en los barrios obreros causadas por el proceso de
industrialización y las migraciones campo-ciudad. Para suavizar la situación de
conflicto social existente, los gobiernos y la Iglesia proporcionan a los
obreros terrenos para el cultivo, son los llamados «huertos para pobres». Los
dueños de grandes fábricas ven la ventaja de este tipo de experiencias, pues
mejoran la moral de los trabajadores, pero cuidando siempre que la
independencia que les proporcionen no sea excesiva. También las compañías
estatales de ferrocarriles, en Alemania y Holanda por ejemplo, ceden a sus
empleados los terrenos vacantes y los bordes de las vías para el cultivo.
Gracias a estos huertos la población proletaria puede completar sus ingresos y asegurarse
una mayor calidad alimentaria.
En Estados Unidos
su aparición se produce como respuesta a la depresión económica de 1880,
implantándose los Urban
Gardens como forma de
proporcionar recursos a los parados. Los primeros huertos son creados en Detroit
en 1894, seguida de otras ciudades estadounidenses (Lawson, 2004).
En la primera
mitad del siglo XX la historia de los huertos urbanos está ligada a las grandes
guerras, que obligan a los gobiernos a procurar el autoabastecimiento de las
ciudades, fomentando el cultivo de frutas y verduras y la cría de cerdos,
conejos o aves de corral, para poder contar con comida fresca. Las
importaciones de alimentos no podían asegurarse, debido a la dificultad en los
transportes; además los cultivos en las ciudades colaboran con la economía de
guerra pues permiten priorizar los envíos de municiones, armas y alimentos para
el ejército.
En la I Guerra
Mundial se comienzan a ensayar estas experiencias, con la campaña Dig for Victory en Reino Unido, por ejemplo. También
en Estados Unidos se fomentan los Liberty
Gardens en este momento, y
posteriormente en el periodo de entreguerras, durante la Gran Depresión del 29,
se establecen huertos urbanos denominados Relief
Gardens.
Es en la II Guerra
Mundial cuando se vuelca un inmenso esfuerzo en el cultivo en las ciudades, con
los Victory Gardens en Estados Unidos, y la campaña Dig for Victory en Gran Bretaña, donde en aquellos
momentos la dependencia de alimentos importados era muy alta: más de la mitad
de la carne, el 70 % del queso y azúcar, casi el 80 % de la fruta y el 90 % de
los cereales (Spudic, 2000),
lo que suponía más de 55 toneladas de alimentos al año. Con el fin de
concienciar y educar a los ciudadanos, se realizan boletines, carteles,
programas de radio y documentales que se proyectan en los cines, se crean
incluso dos personajes de dibujos animados: Potato
Pete y Dr Carrot, dirigidos a los
niños, que también son llamados a colaborar en las milicias de plantación. Se
aprovecha todo el terreno disponible, desde jardines particulares, hasta campos
de deportes y parques, (Hyde Park contaba
con una granja de cerdos), o cualquier espacio apto para el cultivo, como las
inmediaciones de la Torre de Londres. La campaña tuvo un enorme éxito, con un
millón y medio de allotments que tenían capacidad para proporcionar
el 10 % de las necesidades alimentarias del país.
En Alemania la
existencia de los schrebergärten permite que los habitantes de las
ciudades tengan además de un medio de subsistencia un refugio cuando sus
viviendas han sido bombardeadas.
|
|
||||||
Torre de Londres, 1940
|
|||||||
Figura 1:
Huertos de subsistencia durante la II Guerra Mundial
Tras la II Guerra
Mundial, las ciudades occidentales, en lugar de poner en valor estas
experiencias que habían sido fundamentales para su subsistencia, inician una
reconstrucción que no deja espacio para actividades productivas de este tipo.
El modelo se basará de nuevo en el transporte a larga distancia de los
alimentos, modelo que se irá incrementando hasta nuestros días en los que
alcanza una escala global.
Será en la década
de los 70 cuando los jardines y huertos urbanos resurjan como herramienta de
apoyo comunitario, en un momento en el que la crisis de la energía y la
recesión económica se dejan sentir especialmente en los barrios de bajos
recursos de las ciudades occidentales.
Desde finales de
los 60 el movimiento contracultural desarrolla en Norteamérica prácticas de
autogestión innovadoras, como son los jardines comunitarios. Una referencia en
California es People´s Park,
proyecto desarrollado en unos terrenos abandonados propiedad de la universidad
de Berkeley. También es en estos años cuando nace en Nueva York lo que más
tarde se conocería como Green
Guerrilla, en un contexto de crisis económica, desindustrialización y suburbanización,
en el que se estaban produciendo procesos de degradación y abandono de espacios
residenciales en el centro de las ciudades, los activistas comenzaron a ocupar
solares y otros terrenos y a cultivarlos.
En la década de
los setenta también en Europa se desarrollan iniciativas similares desde el
ecologismo y la autogestión; en Gran Bretaña el movimiento de Granjas Urbanas y Jardines
Comunitarios [City Farms and Comnunity Gardens] surge en
estos años y desarrolla proyectos no sólo de huertos sino también de cría de
animales de granja y caballos en entornos urbanos, incorporando una fuerte
carga de educación ambiental a través de actividades orientadas a los niños,
como talleres o teatro.
En distintas
ciudades de Norteamérica se han producido procesos de reconocimiento
institucional y políticas de fomento de huertos urbanos. El Plan de Espacios Públicos de
Chicago, iniciado en 1993, identificó espacios vacantes, públicos y
privados (solares abandonados), para destinarlos a huertos, cediendo la gestión
a organizaciones comunitarias; para ello creó una sociedad pública en la que
participaban distintos organismos: el Departamento
de Planeamiento y Desarrollo, la Agencia
de Parques y la Agencia de Conservación de Bosques.
En Seattle también se creó una agencia específica para identificar, priorizar y
adquirir terrenos, financiar proyectos, proporcionar recursos y formación...
permitiendo el acceso a espacios de cultivo en los barrios.
En Nueva York,
desde los años 70 el ayuntamiento facilitó la extensión de los jardines
comunitarios, creando una agencia municipal (Green Thumb) que
gestionaba los alquileres de los terrenos. Sin embargo el uso como huerto
comunitario no se recogía en el planeamiento, que los calificaba como espacios
vacantes (con la posibilidad de cambio de uso sin una evaluación de impacto
previa). En 1998 el ayuntamiento priorizó la construcción de viviendas y la
venta de solares municipales, y comenzó a revocar las cesiones. Green Guerrilla pudo reunir el dinero para adquirir
114 terrenos municipales que salieron a subasta, y gracias a las movilizaciones
obligó al ayuntamiento a declarar permanentes 36 jardines comunitarios. Otros
espacios no han tenido tanto éxito en sus movilizaciones, es el caso de South Central Park, en Los
Angeles, donde después de 10 años de trayectoria, se desaloja en 2003 una
granja urbana de 6 hectáreas que daba trabajo y proporcionaba alimentos a más
de 360 familias (en su mayor parte población afroamericana y latina).
Algunos datos nos
dan una visión de la presencia de actividades de horticultura urbana en las
ciudades contemporáneas. El 40 % de los habitantes del área metropolitana de
Toronto, y el 44 % de los de Vancouver producen comida en sus huertos, Montreal
cuenta con 6400 parcelas en 72 huertos. En Nueva York existen 750 jardines
comunitarios en los diferentes distritos de la ciudad destinados a autoconsumo
y relacionados con comedores y programas de apoyo comunitario. En el norte de
Europa existen huertos comunitarios en ciudades de Reino Unido, Francia, Suiza,
Países Bajos, Bulgaria, Alemania, Francia, Suecia... En Zurich (Suiza) las
ordenanzas municipales permiten el cultivo en los espacios verdes.
Mientras en Europa
los jardines y huertos comunitarios cumplen en la actualidad funciones
principalmente de ocio (aunque la participación de inmigrantes suma la
expresión de la identidad cultural y la mejora de las condiciones de
subsistencia), en Estados Unidos su sentido está ligado a la revitalización de
comunidades empobrecidas, al desarrollo local que mejore la seguridad
alimentaria, a la mejora de las condiciones ambientales y a la creación de
empleo mediante empresas sociales o cooperativas de producción de alimentos.
Los jardines
comunitarios han jugado un papel integral en los Estados Unidos revitalizando el
núcleo histórico de las ciudades lleno de solares abandonados y contaminados.
Desde los años 60, en muchas ciudades a lo largo de los EEUU, en particular en
Nueva York, Boston, Philadelphia y Detroit, las iniciativas locales han
rescatado sus vecindarios del abandono urbano dando a los solares abandonados
usos seguros y productivos.
Lori, 2001
Actualmente se
están desarrollando experiencias de horticultura urbana cuyo fin es conseguir
el consumo de alimentos sanos de calidad, cultivados localmente. Es el caso, en
nuestro país, de Vitoria y Rivas-Vaciamadrid, que están impulsando proyectos de
agroecología periurbana. En Londres se están desarrollando diversas campañas en
torno a la alimentación que señalan como herramientas principales la
coordinación con los productores locales y la conservación y desarrollo de
huertos urbanos comunitarios.
Vemos por tanto
que los momentos de mayor difusión de proyectos de horticultura urbana
coinciden con crisis importantes relacionadas con la escasez de alimentos y
energía, y que los espacios donde arraigan con más fuerza corresponden a áreas
urbanas degradadas y con una población de bajos ingresos. En cada caso estos
proyectos han sido fundamentales para mantener a los habitantes de las
ciudades. No entraremos a analizar la situación de los países en vías de
desarrollo, en cuyas ciudades este tipo de iniciativas tienen otra escala y un
carácter básico de subsistencia, pero hay que destacar las importantes
lecciones que se podrían aprender de estos procesos de cara a lograr la
autonomía alimentaria de las ciudades occidentales.
Podríamos marcar
varias etapas de la evolución del significado de los huertos urbanos. En sus
comienzos, en la ciudad industrial del siglo XIX y a principios del XX, eran
prácticas necesarias para la subsistencia, con una capacidad potencial (temida
y controlada por las autoridades) de proporcionar cierto grado de independencia
que pudiera generar resistencias al sistema industrial.
En la primera
mitad del siglo XX tuvieron un carácter patriótico y de subsistencia en una
economía de guerra, las ciudades tuvieron que adaptarse a la falta de medios e
introducir en su seno procesos productivos para abastecerse de bienes de
primera necesidad.
A partir de los
años 70 se incide en la oportunidad de ligar las actividades de jardinería
comunitaria con la autogestión, el desarrollo local, la integración social y la
educación ambiental.
En la actualidad,
aparte de los valores recreativos de este tipo de proyectos, cobra fuerza el
objetivo de hacer más sostenibles las ciudades y de lograr la inserción de la
naturaleza en ellas mediante corredores ecológicos y otro tipo de elementos que
influyan positivamente en el metabolismo urbano. Se reconoce además el aumento
de la calidad de vida que supone tener acceso a alimentos frescos, ecológicos y
de calidad en los terrenos próximos a las ciudades.
El desafío para el
futuro es integrar los proyectos de huertos urbanos dentro de un proceso
general de rehabilitación urbana ecológica, como un elemento más de los que
conforman la complejidad urbana, y no sólo como excepciones exóticas o
puntuales.
Edición del 25-1-2012
<<< Huertos
urbanos en tres ciudades europeas: Londres, Berlín, Madrid |1 Marco teórico| 2 Estudio de casos >>>
Ciudades para un Futuro más Sostenible
Búsqueda | Buenas Prácticas | Documentos | Boletín CF+S | Novedades | Convocatorias | Sobre la Biblioteca | Buzón/Mailbox
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid — Universidad Politécnica de Madrid — Ministerio de Fomento
Grupo de Investigación en Arquitectura, Urbanismo y Sostenibilidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario