martes, 7 de agosto de 2018

Consulta Pública sobre fito-sanitarios: un aporte


https://consultapublica.argentina.gob.ar/bpafitosanitarios/consulta/5b50e251c97b060001cb5a90


"Gracias por la oportunidad de participar.
Lamento que se parta de presupuestos que ya han sido evidenciados como inexactos y en algunos casos, contrarios a la realidad. El "trabajo interministerial sobre aplicaciones de fitosanitarios" parece considerar sólo los tres tipos de deriva que se conocían antiguamente. Hoy se conoce los mecanismos de deriva mucho más a fondo y sabemos que no hay pulverización controlable. Necesitamos enfocar el problema en su real dimensión para decidir la política adecuada.
Argentina puede y debe cuidar la calidad y no sólo la cantidad de sus productos; y debe cuidar sus suelos, que evidentemente están entre los mejores del mundo por naturaleza, pero se están deteriorando demasiado rápido por mal manejo. Nuestra política agraria posibilita y hasta promueve el encostramiento (causal de inundaciones), la desertificación y también el envenenamiento masivo. Asumámoslo  y encaminemos la revolución indispensable en la forma de producir y consumir.
Se ha encontrado en el continente antártico restos de biocidas aplicados en la zona pampeana. Todo el aire que respiramos, aún en medio de las ciudades contiene más tóxicos agrícolas de lo recomendado. Nuestra lluvia contiene más agro-químicos tóxicos que la de Estados Unidos de Norteamérica. ¿No resulta hipócrita hablar de "buenas prácticas" como si hoy pudiéramos revertir medio siglo de usar venenos "a la que te criaste"?
Pero la gran pregunta es si de verdad queremos encarar el problema. Recién nos enteramos oficialmente de que toda nuestra comida está envenenada; y para que lo supiéramos, una ONG le tuvo que pedir judicialmente a SENASA la información. ¿De quién la esconde?
Lo inconcebible es que ni siquiera sabemos si algún organismo tiene potestad para velar por la salud de nuestros alimentos. Al SENASA se le quitó la atribución sigilosamente en los `90. Las direcciones de bromatología locales nunca la asumieron (no tienen laboratorios ni reactivos para testear los miles de productos tóxicos usados en agricultura y ganadería). Los mercados acopiadores de frutas y hortalizas, teóricamente, llevan un control. En la práctica, no tenemos información. Si no comparten públicamente los resultados, es grave. Si no hay ningún control, como parece ser, nos vamos  a un futuro  horroroso.
El problema ya pasó de ser una cuestión ambiental a una de salud. Estudios que se hicieron en Mar del Plata y Buenos Aires, mostraron que si nos hacemos un análisis de sangre, tenemos dentro al menos dos tipos de los insecticidas más comunes (fosforados, clorados, carbamatos, piretroides, etc). Quienes tenemos pocos años por delante quizás no seamos muy afectados, pero a la generación que recién llega o llegará la estamos enfermando con sustancias diseñadas para destruir el sistema nervioso a un insecto; obviamente nocivas para una persona.
Los agroquímicos tóxicos son también anti-económicos en el largo plazo. Obviamente no cuando el productor tiene el cultivo a punto de cosechar y la plaga está encima. Pero en el mediano y largo plazo, deterioran también las cuentas, como deterioran el ecosistema; la agronomía siempre es un eco-sistema dentro de otro mayor.
Cuanto antes trabajemos para revertir el daño económico, social, ecológico, y sanitario que hemos hecho, mejor nos va a ir.
En las zonas peri-urbanas tenemos que prohibir las sustancias tóxicas pulverizadas en el aire.
En la producción extensiva -para pulverizar con fitosanitarios- tiene que ser estrictamente obligatorio el monitoreo de plagas con cálculo de umbral de daño económico. Siempre. Además de un control estricto de derivas."

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